Westworld 1×02: The Game

El mimo que ‘Westworld’ parece haber puesto en cada detalle hace que nos planteemos si un revisionado del primer episodio en conjunto con este segundo esté a la orden del día. Hay muchas capas en esta serie y se nos irán descubriendo con el paso de los capítulos, pero lo entusiasmados que estamos con el nuevo producto de Jonathan Nolan y HBO lo podemos afirmar desde el primer momento.

Decimos que es preferible ver este episodio de ‘Westworld’ agrupado con su precedente por una razón, porque este sigue el camino inverso del primero. Si en aquel a Teddy (James Marsden) se nos lo presentaba como un veterano que llega al juego para terminar descubriendo que no es más que una pieza del tablero, en este vemos al novato William (Jimmy Simpson) que se descubre a si mismo como un auténtico jugador. Y el nexo entre ambos es Dolores (Evan Rachel Wood), que logramos asentar en el papel protagonista de la función pero de la que no nos deberíamos apresurar a calificar como la heroína. Puede que haya más de villana en ella de lo que creemos.

No es la única dualidad que se plantea en esta primera dupla de episodios, ya que el propio hilo conductor de la serie nos lleva por dos caminos. El primero es el obvio, el evidente, la temática de la rebelión de las máquinas a medio camino el existencialismo de ‘Blade Runner’ y la destrucción de la ‘Jurassic Park’ con la que comparte creador original – la película de 1973 está dirigida por Michael Crichton, escritor de las novelas que dieron lugar a la saga jurásica – pero que se nos quiere reservar para un futuro clímax argumental, dejar una sensación de catástrofe inminente y recrearse en la belleza de lo frágil y lo etéreo.

Sin embargo el segundo camino, si queremos continuar por el camino de los símiles cinematográficos, se acerca mucho más a la ‘The Game’ de David Fincher. En ella, un Michael Douglas protagonista va de la mano con el espectador en un juego perfectamente planeado y orquestado que busca redefinir la personalidad de aquellos que se embarcan en él, difuminando a su vez las líneas entre juego y realidad y llegando a ofrecer una experiencia mucho más verídica que la propia realidad. En este caso, el Hombre de Negro (Ed Harris) es un jugador experimentado que busca ahondar aún más en los límites de ese juego, en una búsqueda por encontrar lo oculto que no es más que la propia naturaleza humana – la cual no sabemos si posee a pesar de gozar de inmunidad, dado que se trata de una adaptación del androide antagonista de la película original.

Esta multiplicidad de líneas argumentales por las que engancharse a la propuesta de la serie se une al desarrollo detallado que esta empeñado en ofrecer Jonathan Nolan de cada uno de los personajes. El contar con un universo tan rico y tan amplio ya desde el inicio faculta para que, en un desarrollo pausado marca de la casa HBO, se permita el gusto de dedicar gran parte del episodio a desarrollar a la androide prostituta Maeve (Thandie Newton) que en el primer episodio no era más que una comparsa secundaria a los que allí si gozaban de protagonismo – y que a su vez se han reducido a atrezzo en este, como el propio Teddy.

La emotividad de sus escenas y la conexión que hace que el espectador consiga en tan pocos episodios es muy reseñable, no siendo el único caso. Todos sabíamos que Anthony Hopkins tendría un lugar privilegiado dentro de esta ficción, pero la introspección que obtenemos de su personaje, arquitecto principal del parque temático, tiene tanto o más peso con su posición de motor argumental. Y lo mismo pasa con los de Jeffrey Wright o Sidse Babett Knudsen, cada uno con sus aspiraciones y planes personales pero de los que no se descuida su desarrollo psicológico para que los espectadores sepan cómo situarse con respecto a ellos.

Todo ello aderezado con las notas musicales maestras de Ramin Djawadi, por supuesto, que tras su versión del ‘Paint it Black’ de The Rolling Stones en el pasado episodio sigue ofreciendo una obra que supera su gran hacer en ‘Game of Thrones’ en general y en la última temporada de esta en particular. No hay un detalle de la producción de ‘Westworld’ que no haya sido objeto del mayor cuidado. Por muchas trabas que ofrezca a la hora de conectar con la misma, algo en lo que es heredera de ‘Deadwood’, también es de las que más pronto recompensa.

Wild West.

Capitán Valverde
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