Marvel’s Agents of S.H.I.E.L.D. 1×21: Ragtag

S.H.I.E.L.D.
ya no existe en estos Agents of S.H.I.E.L.D., lo sabemos desde hace unas
semanas ya. Hoy tocaba adentrarse en el pasado de Ward (Brett Dalton), descubrir los por
qués  y los cómos ha llegado a ser parte
de Hydra. Aunque la pregunta no queda del todo respondida.
Garrett (Bill Paxton) lo saca de la cárcel para introducirlo en un mundo abierto lleno de
posibilidades. La culpa es de Ward por pensar de “forma limitada” (esto lo
dicen un par de veces en el capítulo, realzando la dicotomía entre S.H.I.E.L.D.
e Hydra). Y por tener debilidades. Pero con el tiempo las supera y se convierte
en el hombre que es hoy en día. Sin embargo, no sabemos de qué ha servido esto
para entrar en la agencia de Furia y mucho menos en la de los nazis esos.
Parece que las formas importan más que el fondo.
Ward
tiene sus debilidades, como todo el mundo. ¿Equiparar a un perrete con
Fitz (Iain De Caestecker)-Simmons (Elizabeth Henstridge)? Que feo. Aunque por un momento creí que era una similitud con
Skye (Chloe Bennet). Muy fuerte, de todas formas. Se avecina una season finale con los
adorables cerebritos del grupo hundiéndose en medio del océano en una caja. Pese
a todo, Ward parece seguir cayendo por esas debilidades. Sabemos que es así. Que
no disparó al perro (¿o sí? ¿o lo hizo Garrett?) y que Fitz-Simmons no morirán,
sino que han sido salvados de una forma poco… ortodoxa.
Hay un
par de leitmotivs muy poderosos en Hydra. Hydra es ya la mayor parte de la
trama. Mientras los agentes sin agencia vienen y van como vagabundos, Hydra
sigue teniendo personal e instalaciones. Uno de estos leitmotivs ya lo hemos
visto: pensar más allá de los límites. El otro, que dice Garrett y menciona
Ward en el capítulo anterior, es el de sobrevivir. Sobrevivir es fundamental
para Hydra. Ahora, sin embargo, los que sobreviven son los agentes de
S.H.I.E.L.D.
Hydra,
ya lo hemos dicho, ocupa gran parte de este capítulo y de los anteriores. Coulson (Clark Gregg) & cia deben reunirse en frente de una pizarra y recapitular sobre todo lo
que ha pasado en esta temporada. Enemigos, organizaciones, proyectos científicos,
todos cruzados y unidos los unos con los otros. Gracias por la exposición
Fitz-Simmons, para eso os pagamos.
Momento
espía como puedas: aparatos tecnológicos-espías de la Segunda Guerra Mundial
(¡secadores que disparan rayos!) como si esto fuese una película buena de James
Bond. Cigarrillos con laser, check. No acaba ahí, sino que hasta May (Ming-Na Wen) y Coulson
cambian su aspecto por el de Fitz-Simmons para infiltrarse. ¡Mirad a May,
miradla!
Por
otro lado, el pobre Fitz está perdidamente enamorado de Ward. Todos los demás
han aceptado, más o menos, la traición de Ward. Menos Fitz. Fitz confía en Ward
y quizá sea la única forma de traerlo de vuelta ¿Se puede traer de vuelta a
Ward a estas alturas? Todo es posible. Yo creo que no. Espero que no. Espero muera
y que en la siguiente temporada tengan otro tipo alto de mandíbula cuadrada que
reparta. Así cada temporada. Y todos se llamarán Ward.

Acabemos
esto de una vez: este capítulo retoma el tema principal de Capitán América 2. La
paranoia y el miedo alimentan la sociedad de tal forma que esta entrega su
libertad y privacidad para sentirse más seguros. Quinn (David Conrad), el tipo más hostiable
de la serie, intenta vender el proyecto Deathlook al ejército estadounidense,
nada menos. Aludiendo a Bin Laden, además. Eso es catarsis emocional de la
buena. 
Diego Freire
Diego Freire
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