El capítulo de ‘X Files’ de esta semana probablemente nos haya pillado por sorpresa a muchos, más concretamente a quienes hayamos empezado a seguir la serie con la emisión de esta décima temporada (o, simplemente, no nos acordemos de lo que vimos en televisión cuando éramos unos críos). Aún así, llegar diez temporadas tarde no supone un problema para disfrutar de esos episodios que se conocían antaño como ‘monster-of-the-week’.
Los dos primeros capítulos del resurgir de ‘X Files’ tiraron por caminos de conspiración, mutación y extraterrestres manteniendo una línea sólida y medianamente creíble, más aún cuando sabes qué es lo que estás viendo, algo que quizás haya provocado a sus nuevos fans una idea equivocada de lo que es esta serie, o al menos esa es la conclusión a la que llega una servidora sin memoria suficiente como para recordar los capítulos que veían sus padres hace 15 años. Algo en lo que han coincidido muchos de los fans de antaño es que esta semana sí que se ha vuelto a la esencia de ‘X Files’. El Mulder (David Duchovny) depresivo que vimos la semana pasada deja hueco, primero, al Mulder que se lo cuestiona todo, para finalmente hacer regresar al Mulder que cree en monstruos y al que mucha gente, incluida Scully (Gillian Anderson), añoraba.
Sin dejar en ningún momento de usar la comedia para desarrollar una historia de lo más triste, el capítulo da comienzo con Mulder siendo bastante escéptico, recordando casos en los que han trabajado anteriormente y que hoy en día han sido descubiertos como fraudes, toda una broma de mal gusto que le hace creer que quizás sea el momento de alejarse de esa vida. Pero todo es que se cuestione la existencia de ciertos monstruos para que aparezca uno, aunque sea un encanto.
Guiados por la pista de varios cadáveres, Mulder y Scully dan con Guy Mann (Rhys Darby, quien ya hizo de hombre lobo en ‘What we do in the shadows’ por cierto), un monstruo-hombre, que no hombre-monstruo (omitimos llamarle lagarto, nos cae bien y no queremos herir sus sentimientos), abrumado por lo que supone para él ser humano, por el continuo amargamiento que sufre debido a la presión que supone tener que pagar un hogar, o trabajar para poder vivir, o tener que comer comida basura solo porque existe, o la necesidad de tener una mascota para no sentirse solo.
La pérdida de Dagoo lleva a Guy al límite, intentando convencer a Mulder de que lo mate para acabar con su miseria, no sin antes contar una historia fantástica sobre como ha llegado hasta ese preciso instante, con una fantasía sexual con Scully de protagonista de por medio. Guy es un buen tipo, o un buen monstruo también, que se ha visto en el sitio equivocado en el momento equivocado y con un asesino muy cerca de él. A Mulder le cuesta creer la historia de Guy (quizás no por esceptico, si no por lo increible de esta), pero finalmente se da cuenta de que todo es cierto después de que Scully consiga detener al verdadero asesino, Pasha (Kumail Nanjiani) quien no iba a ser menos y también tiene alrededor un halo cómico bastante ‘creepy’.
Lo cierto es que tratándose de una temporada con tan solo 6 episodios, este capítulo puede resultar un poco absurdo simplemente por el hecho de tener tan poco tiempo para desarrollar una historia y, si no se continúa con la serie, acabarla. Precisamente esa duda sobre qué será de ‘X Files’ en el futuro es lo que ha podido llevar a sus creadores a crear este episodio, siendo algo así como un punto y final al Mulder triste, deprimido y algo escéptico y además, emitiendo el que podría ser el último ‘monster-of-the-week’ de la serie. Vale que desentona un poco con los dos episodios anteriores, pero es divertido y a pesar de que la trama principal no se desarrolla (de hecho ni siquiera está definida aún, a pesar de que estamos en el ecuador de la temporada) se agradece muchísimo. ¿Y a vosotros os ha gustado? ¿O más bien creéis que sobra mucho en esta nueva temporada?
Sea como sea la verdad sigue estando ahí fuera, y gracias a Guy Mann ahora sabemos que empezar a creer no es tan difícil.