El fenómeno mediático de la temporada pone fin a su primera temporada en HBO dando por fin respuesta a casi todos los misterios planteados a lo largo de su recorrido. Obviamente los ‘spoilers’ son una parte fundamental de nuestro análisis, por lo que queremos incidir más que de costumbre en que es preceptivo haber visto el episodio – incluyendo su escena post-créditos – antes de proceder a leer nuestro recap. Concluimos.
He aquí el gran momento. Noventa minutos de episodio para llevarnos al principio de todo, al momento en el que se inicia la por largo tiempo esperada rebelión de las máquinas. Sin embargo, para alejarse de los tópicos del género, esta no es por accidente o como resultado inesperado de jugar a ser Dios. Es un plan por largo tiempo trazado y del que hoy vemos su primer paso en una dirección inexplorada. Como cuando la deidad bíblica pronunció las palabras “Hágase la Luz”, hoy se nos ilumina un nuevo horizonte para ‘Westworld’. Aunque muchos de sus aspectos mantenidos en la oscuridad ya los intuíamos con el paso de los episodios.
El más sonado es, sin duda, que William (Jimmi Simpson) es el Hombre de Negro (Ed Harris). La teoría de los fans con mayor calado junto a la naturaleza androide de Bernard (Jeffrey Wright) ha demostrado ser también cierta. Bien es cierto que el rastro de migas de pan era más que evidente, pero como siempre decimos al respecto, lo que importa no es tanto el hecho de qué se nos cuenta – al fin y al cabo, con el paso del tiempo es muy complicado sorprender a espectadores muy experimentados – sino cómo se hace. Y la puesta en escena para la resolución del misterio sobre su identidad ha hecho gala de una profunda maestría.
En lo que si errábamos la mayoría era en ver esto como una competición entre el Dr. Ford (Anthony Hopkins) y su antiguo compañero Arnold. En ningún momento el primero quería ejercer su control de forma férrea y el segundo pretendía desde la tumba dar libre albedrío a su creación, sino que era un legado a continuar. No deja de ser una historia de amistad frustrada y una forma de honrar a su compañero, llevando a cabo lo que fue el gran fracaso del creador de Westworld. Este reverso que se nos ha mostrado del personaje de Hopkins ha sido la verdadera gran revelación del episodio, siendo lo que hasta el momento conocíamos como la “nueva narrativa” el auténtico ‘leit motiv’ oculto de la serie.
Tiene mucha fuerza, más de la que podamos llegar a pensar, el mosaico de motivaciones que logran llegar a construir Jonathan Nolan y Lisa Joy en su creación, una pluralidad de pequeñas imágenes que forman una mayor en su conjunto. La de Maeve (Thandie Newton) siempre había sido la libertad, pero llegado el momento escoge retornar al sueño; la de William era resolver el último acertijo de Arnold, aunque lo que verdaderamente le entusiasma es encontrar algo que parezca auténtico; la de Ford es no cometer los errores de su amigo y predecesor, sin embargo esto implica tener que correr su mismo destino. Y la de Dolores, bueno, siempre ha sido encontrar su identidad.
Que desde hace tiempo haya tomado la decisión de que no va a volver a ser la damisela en apuros ya lo sabíamos, de hecho ahora conocemos que lleva siguiendo esa misma estela durante décadas, repitiendo el mismo bucle de decisiones y llegando a obtener el mismo conocimiento. De hecho, es precisamente su autoconsciencia lo que en primera instancia desencadena toda la sucesión de hechos que tenemos ante nosotros. Pero eso no significa que el papel que está destinada a tomar sea el de heroína. Más bien al contrario. Si durante los últimos episodios teníamos entre ceja y ceja quien pudiera estar bajo la identidad del villano Wyatt, sospechando muchos que pudiera ser Teddy (James Marsden), he aquí nuestra respuesta.
Wyatt es el nombre que se le dio a la herramienta de suicidio de Arnold. Un némesis etéreo que teníamos delante de nuestras narices todo el tiempo, escondido a plena vista. La llegada de Wyatt no era un hecho físico como tal, ni un espectáculo de luces y colores como esperaba la junta de accionistas, era la chispa que enciende la mecha. Es probable que, si HBO se sale con la suya de aguantar con ‘Westworld’ cinco años en antena, llegue el momento en el que veamos esta cadena de episodios como el prólogo a algo más grande, pero menudo prólogo hemos tenido. Será una pena no contar con Anthony Hopkins en su segunda temporada – allá por 2018 – pero hay tanto que seguir contando que es ineludible que desde ya estemos expectantes por su continuación.
Al igual que el Hombre de Negro, sonreímos ante la expectativa de que lo real está por llegar.
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