Después de las enormes revelaciones y sucesos del último episodio de ‘Westworld’, acudimos a la siguiente ramificación del laberinto en el que bastantes de las piezas empiezan a encajar y vemos qué impacto han tenido las historias de unos personajes en las de otros. Probablemente, a nivel argumental, estemos ante el episodio más relevante de todos los que hemos presenciado hasta el momento. Algo que nos impide desaprovechar la ocasión de comentarlo en profundidad.
Bernard (Jeffrey Wright) no solo es la marioneta del Dr. Ford (Anthony Hopkins), sino que es su principal herramienta para el control de la evolución su obra. Una herramienta que aplasta los obstáculos a voluntad. Una herramienta que se perfecciona a si misma y al resto de herramientas al mismo tiempo. Una herramienta a la que se le puede hacer olvidar todo rastro de su actividad. Era necesario que el misterio sobre su condición se mantuviese durante los primeros siete episodios para que fuésemos capaces de empatizar con él como humano y viésemos la crudeza de que te retiren esa humanidad. Si desde el primer momento le hubiésemos conocido como androide no veríamos más allá de la condición de herramienta.
Lo que ahora también somos capaces de ver es que lo que se nos está mostrando en pantalla, además de ser más que evidente que es probable que estemos viendo varios momentos temporales distintos, no está sucediendo al azar ni mucho menos. Por un lado tenemos el fantasma de Arnold resurgiendo, en forma del Laberinto y de la individualidad de ciertos androides como Maeve (Thandie Newton) como su último legado; y por otra la visión del Dr. Ford con respecto a su nueva narrativa, creando en Wyatt un enemigo final para el juego, un Minotauro para ese Laberinto. Estamos presenciando una carrera hacia diferentes metas, pero cuyos recorridos se entrelazan de formas que no esperábamos hasta el momento.
Como, por ejemplo, que El Hombre de Negro (Ed Harris) haya sido el origen de la rebelión androide que se está gestando en el parque dentro de la maquinadora mente de Maeve. El inicio de su búsqueda de un ‘endgame’ para Westworld también supuso un cambio en la que sería la ‘madame’ de Stillwater, ahora liberada de toda atadura y en busca de un ejército. Es más que probable también que sus caminos se vuelvan a cruzar en un futuro, cada uno con un objetivo puesto en mente. Por ahora nos quedamos con que El Hombre de Negro es un villano que se reconoce a si mismo como tal y que está buscando algo aún a pesar de no saber en qué consiste.
Lo que en cierto modo entronca con la teoría de los fans que dice que William (Jimmi Simpson) es una versión más joven del mismo, antes de casarse y tener una hija a las que ha aterrorizado y de labrarse su fortuna. Precisamente, se incide muchas veces en que William está a punto de casarse y tiene opciones de prosperar dentro de la industria familiar. También encajaría su especial predilección por Dolores (Evan Rachel Wood) con la que ha realizado su primera aventura en el parque, así como que tanto Lawrence como la androide que primero le recibe a él antes de coger el tren y que ahora asesina a Teddy (James Marsden) estén cumpliendo distintas funciones en la narrativa y El Hombre de Negro esté al tanto de ello. Quizá este episodio haya dado muchas bazas a los defensores de esa teoría, cada vez parece encajar más.
De hecho, el acompañar a Dolores y que esta se empiece a cuestionar qué es el presente y qué es el pasado nos debería hacernos cuestionar a nosotros lo mismo. Ya hemos repetido numerosas veces que el misterio es uno de los principales factores a tener en cuenta en ‘Westworld’, lo que significa que se nos están ocultando muchas más cosas de las que tenemos a simple vista y lo que implica que deberíamos cuestionarnos casi todo lo que se nos muestra. Sin llegar a estar en una situación de narrador no fiable como ‘The Affair’, si que deliberadamente se nos está llevando por ciertos caminos que puede que tengan más de un giro inesperado.
Mientras tanto, ya asumo como una obligación del espectador el disfrutar cada minuto de episodios como este. Esto implica cosas como estar atento a las composiciones de Ramin Djawadi y las versiones de canciones que este ofrece en cada episodio, en este hemos podido disfrutar de ‘The House of the Rising Sun’ de The Animals y alguna más así como de piezas originales. Nunca nos cansaremos en insistir la importancia del papel de la banda sonora en series como esta, haciendo que los montajes en general y las escenas de acción en particular cobren una vida inusitada. En este y en muchos aspectos ‘Westworld’ sobresale por encima del resto de productos en emisión.
Es por eso que debemos tratar a la serie con el mismo mimo que esta trata al espectador.
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