La serie de los grandes misterios y aún mayores incógnitas ha decidido no demorarse demasiado a la hora de ir ofreciendo ciertas resoluciones a los espectadores, que se hallaban ávidos de respuestas y sin parar de formular teorías al respecto de la naturaleza de alguno de los personajes principales. Este episodio va dedicado a los fans más inquietos y nosotros lo comentamos a continuación.
Hablábamos hace justo una semana de la importancia del misterio como signo distintivo para ‘Westworld’, de cómo los interrogantes se habían convertido en imagen de marca y principal atractivo a la hora de acercarse a la serie. Lo que no es algo único de la serie de Jonathan Nolan y Lisa Joy sino una característica común a todas las series ‘high concept’ que pueblan la programación de una gran variedad de canales de televisión y servicios de ‘streaming’. En lo que ha querido diferenciarse ‘Westworld’, más allá de su ambientación y altos valores de producción, es en no querer alargar demasiado el estado de sigilo de alguno de los detalles ocultos para el espectador y hacer un cúmulo de revelaciones de cara al final de temporada.
Seguramente con la lección aprendida por parte de ‘Game of Thrones’, que ha visto como el noveno episodio de cada temporada puede llegar a tener mucha más fuerza que la ‘season finale’, y con las reescrituras de guión que ha sufrido la serie como punto de origen, este séptimo episodio ha confirmado algo que algunos ya sospechaban. El Dr. Bernard Lowe (Jeffrey Wright) es un androide. Dado su nivel de interacción con el resto de androides y la naturaleza de su relación con estos, se nos pone en pantalla una escena heredera del ‘director’s cut’ de Ridley Scott de su ‘Blade Runner‘. Aquí se nos retira la sutileza de la película de Scott y se nos muestra de forma completamente abierta, pero la capacidad que tiene para que nos cuestionemos la realidad es la misma.
No podemos decir que no lo esperásemos, pero si que ha sido llevado de una forma muy exquisita, no dejando la revelación como tal sino utilizándola como motor de la trama en un punto en el que es hora de poner ciertas cartas sobre la mesa. El Dr. Ford (Anthony Hopkins) no es un mero artesano visionario que cuida su obra con una pasión de zelote, es un megalómano que hará lo que sea necesario para eliminar todo aquello que se interponga entre él y su visión de su obra. Su víctima esta vez era aquella que había sido enviada a sacarle del tablero, Theresa Cullen (Sidse Babett Knudsen), quien creíamos que era la que más secretos guardaba pero a través de la cual descubrimos que no se puede ganar a quien ha inventado el juego.
Tampoco termina de afirmar si fue él quien acabó con la vida de Arnold, solo que por aquel entonces Bernard no existía, pero estamos seguros de que esta no ha sido su primera víctima. También estamos seguros de que nada de lo que está sucediendo escapa a su control, no es el Dr. Hammond de ‘Jurassic Park’, sino alguien que ha esperado mucho tiempo para que todas las piezas estén en su posición. Ni la presente evolución de Dolores (Evan Rachel Wood) es una coincidencia, probablemente tampoco la de Maeve (Thandie Newton). Él es el hombre detrás de la cortina, aquel que ha tirado de los hilos de androides y humanos. El Titiritero.
Habremos de apreciar también que este aspecto que ha eclipsado nuestro comentario semanal de ‘Westworld’ no ha ocupado la totalidad del episodio, sino que se ha ido construyendo a lo largo de varias escenas en el mismo y venía precedido de una evolución argumental que fomenta tanto la sorpresa del momento como la coherencia de este, habiendo lugar para mucho más. Tanto para una aventura western como la que se promete a los asistentes al parque temático con William (Jimmi Simpson) y Dolores, con frases lapidarias y secuencias de acción de dirección impoluta; como para la manipulación de Maeve a los limpiadores de la compañía, que han descubierto que alguien que no tiene miedo a la muerte está más cerca de ser una deidad que un ser humano.
La serie de HBO funciona tan bien a tantos niveles que, ya sin ningún atisbo de duda por quien firma estas palabras como por gran parte del equipo que forma esta casa, podemos afirmar que es lo mejor que se está emitiendo en la televisión en la actualidad. Sin reservas. Hasta aquellos que valoran la justicia social más que las propias series se podrán congratular por el hecho de que de tres tramas, dos están protagonizadas por mujeres y otras dos por personajes de color. A título literal, ‘Westworld’ lo tiene todo. En qué punto de la serie hemos dejado de ser analistas para pasar a convertirnos en fanáticos de la misma no lo tenemos claro, pero no es algo que nos avergüence admitir sino que da un valor aún más extraordinario si cabe a la conexión que consigue con sus espectadores.
Al igual que los asistentes al parque, nos hemos dejado seducir por su propuesta.