El episodio de Vikings de esta semana tiene mucha acción y muchos rencores a flor de piel y de espada. Con tres focos principales, tenemos mucho que comentar esta semana, y seguro que vosotros también.

En primer lugar, volvemos al punto donde lo habíamos dejado la semana pasada: Ragnar (Travis Fimmel) y su hijo Ivar (Alex Høgh Andersen) están vivos. Sus barcos se han hecho pedazos por la tormenta, pero parte de la tripulación vive y el plan de reconquista sigue en pie, aunque no tal y como los nuevos guerreros liderados por Ragnar lo imaginan.

El otrora gran rey y su hijo matan a sus compañeros y comparten varios momentos paternofiliales adorables; todo lo adorables que pueden ser los vikingos, claro. Los aristócratas ingleses, que estaban buscando a Ragnar y a su gran ejército, se encuentran el campamento de cadáveres que Ragnar ha dejado atrás, y las sospechas comienzan a aflorar. Mientras, Ragnar carga a sus espaldas a Ivar y, a pocos metros de llegar a la ciudad, le dice que continúe arrastrándose para dar impresión de vulnerabilidad.

Por otra parte, Bjorn (Alexandre Ludwig) viaja a París para reencontrarse con su tío, Rollo (Clive Standen) y pedirle permiso para viajar por la costa del país que reina sin complicaciones. La nueva familia de Rollo se encuentra con su antigua familia y hay cierta tensión que culmina con el encarcelamiento de los vikingos por parte de su antiguo camarada.

Rollo acaba por llamar a su sobrino y le propone una tregua: permitirá que continúe su viaje sin altercados, pero a cambio, Bjorn lo aceptará como uno más de su equipo. Esto no le sienta muy bien a Gisla (Morgane Polanski), quien le dice a Rollo que si se va de viaje con los vikingos, será el final de su relación.

Por último: Lagertha (Katheryn Winnick), dispuesta a recuperar Kattegat. Como no quiere matar a los hijos de Ragnar, les tiende una pequeña trampa antes de atacar su reino y los encarcela. ¿Cómo reaccionarán al saber lo que ha pasado? ¿Se enfrentará Aslaug (Alysa Shutterland)?