‘The Vampire Diaries’ vuelve después de las vacaciones de navidad con la energía renovada para volver a aburrirnos con más de lo mismo: historia enrevesada de Mystic Falls que aporta más bien poco y el rollo ese de la ausencia de humanidad.
¿Por dónde empezamos? ¿Por el hecho de que por primera vez en la historia de la humanidad el pasado de la familia de Matt (Zach Roerig) es importante para la trama? ¿O por el hecho de que Sybil (Nathalie Kelley) sigue viva y ha decidido hacerse un Alaric (Matthew Davis) e inspirar a las nuevas generaciones? O quizás, deberíamos empezar por como Stefan (Paul Wesley) se ha vuelto a convertir en un ‘ripper’. Wow, qué sorpresa, dijo NADIE.
«Por eso se llama historia, porque no se repite», nos dice sabiamente el Salvatore mayor mientras describe meticulosamente su técnica para no pasarse cuando mata a gente. Pues chico, no sé que decirte, yo siempre he oído que la historia sí se repite, y no sé si estás al día con tu propia serie, pero es algo que te lleva pasando décadas ya. Tampoco entiendo, personalmente, cuál es la diferencia entre matar a alguien y arrancarles la cabeza. Ya total, está muerto, ¿no? ¿O es que así te crees mejor persona? El caso es que a pesar de sus «buenas» intenciones al final el villano de los Salvatore siempre acaba siendo Stefan, cayéndose de su altillo moral de cara en el suelo, dejándose llevar por su desagradable sed de sangre y decapitación. Esta vez estoy con Sybil, ¿qué piensas casándote con este pavo, Caroline (Candice Accola)?
Si bien es verdad que toda esta trama de «el bien vs. el mal» está más que vista, no está mal recordar que estamos viendo una serie protagonizada por psicópatas que en ocasiones tienen momentos de lucidez y van al trabajo y cosas así. Es por ello que realmente no sorprende cuando Sybil está al mando de una clase de historia en el instituto. Más bien, da unas ganas de bostezar que no son normales. Sybil, tú antes molabas, siendo un monstruo come-humanos bajo el agua y cantando para que hombres ricos te dieran dinero. Ahora te preocupas en hechizar a todo un colegio solo para poder dar tu versión de la historia del pueblo. Chica, dónde está tu ambición. ¡Ah, sí! En la campana.
¿Os importa mínimamente la maldita campana? Personalmente no me he enterado ni de cuál es su uso, pero su búsqueda parece que va a marcar lo que queda de temporada. En esta serie aman los objetos por encima de todas las cosas como buenos americanos materialistas. Si no es una campana es una vara para entonar y si no, es un collar que ayuda a que Nina Dobrev cobre royalties por los ‘flashbacks’. Si no, es un diario, o un libro mágico, o algo que solucionara todos los problemas (irremediables) de los protagonistas. Se que no paro de sonar negativa, pero a mi dadme más evolución de personaje y menos obsesión por el siguiente amuleto. ¿Vosotros qué pensáis?
Ha sido un capítulo caótico, con la trama de los hermanos fallando catastróficamente haciéndonos sentir poco más que incomodidad. Está muy bien el encontrar a una chica tan parecida a Elena (Nina Dobrev) para darle algo de juego al nostálgico Damon (Ian Somerhalder), pero qué forma de maltratarla. Cada día que pasan bajo el poder del diablo o lo que sea el Caid ese, nos dejan más fríos con su objetivo. ¿Queréis matar a gente mala? Anda que no hay, chavales, ¿por qué tenéis que ir por ahí CONVIRTIENDO a gente en mala para luego matarla? ¿Qué juego aburrido es este? #NotImpressed #WithTheDevil
El caso es que la vuelta de ‘TVD’ ha sido muy parecida al resto de la temporada: sin ganas. La mitología de Mystic Falls y todos sus componentes ya se habían estirado a su máxima hace tiempo y es lo único a lo que le sacan jugo, ¿no creéis? ¡Comentemos!