Las navidades ya han llegado a Mystic Falls y sí, claro que hay muertes, porque no podría ser de otra forma en ‘The Vampire Diaries’.
Ha sido un capítulo igual de caótico que el resto de la temporada, con un día navideño muy bien planeado que cae en el tumulto sobrenatural que lo arruina todo. El eje de esta semana que parece que será el enfoque del resto de la temporada es Cade (Wolé Parks), el ¿diablo? causante de todo lo malo de estos últimos capítulos. En la última instalación Caroline (Candice Accola) se enfrenta a la realidad que sus hijas habían sido atrapadas con amor por Seline (Kristen Gutoskie), una de las mitades de ‘H20’, pero Caroline vuelve a sufrir con los acontecimientos que le devolvieron a sus peques: Stefan (Paul Wesley) decide vender su alma a Satanás.
Es un capítulo caótico porque volvemos a tener un análisis de los fallos y características que hacen de nuestros personajes villanos en potencia, en este caso centrándose en The Ripper, ese ser casi mitológico que nos han vendido como el alter ego de Stefan que forma parte de su esencia de asesino. Resulta cansino y repetitivo que nos devuelvan esta mirada más profunda de uno de los protagonistas de la serie – que Stefan es TAN bueno en realidad que todo esto, lo que nos demuestra los horrores que ha engendrado, es realmente una buena señal. Porque aquí el chaval se siente mal por lo que una masacre cometida el día de Navidad. Pues ok. Flagelándose le encuentra la más permisiva de las sirenas, y conmocionada por su culpa le quita el recuerdo. Si es que aquí al final nadie es malo. Al igual que repetir la historia de Damon una y otra vez, sus contrastes y búsqueda de la luz, cansa a más no poder.
Más interesante hubiese sido haber aprovechado este día de felicidad y familiaridad para darnos un poco de tranquilidad que sabemos que se lo merecen (y nos merecemos). La idea de tener un día de comida y regalos y chimenea suena encantadora y sinceramente, aunque viva por el drama, no me satisface lo más mínimo la presencia de Damon (Ian Somerhalder) y Sybil (Nathalie Kelley). El juego de “voy a matar a alguien esta noche” es un rollo que hace que todo el mundo esté incómodo y aburrido a la vez. Si nos van a dar drama, que nos del el del bueno, con sangre y peleas y no sacándole punta a los fallos del padre de Matt (Zach Roerig) (quién, por cierto, podría decirnos ya qué narices hace en la serie porque no tiene mucho sentido que siga aquí…)
Sin embargo, al final SÍ que hay un poco de avance, ¿no? Damon ve el collar de Elena (Nina Dobrev) y vuelve en sí, al menos lo suficiente como para dejar a la pobre Sybil enamoradita con el corazón partío en un banco por la calle. Este es el Damon que nos gusta, dándonos cliffhangers (o lo más parecido hoy en día) sangrientos y centrados en su misión.
Ha sido una semana difícil para los vampiros pero bueno, Bonnie (Kat Graham) y Enzo (Michael Malarkey) se van a París, el botón de la Humanidad debe de estar roto ya de tanto uso y tanta presencia en la serie y Caroline se va a quedar solita sin sus hijas por el momento. No sé, que me llamen cuando pase algo un poco más entretenido y así hablamos con más pasión. Por mí, el capítulo entero podría haber sido Caroline y Sybil bebiendo diversos cócteles navideños odiándose con una sonrisa. De momento, ¡vamos a comentar qué os ha parecido a vosotros!