Quizás este sea el capítulo más repetitivo en la historia de ‘The Vampire Diaries’, porque literalmente no para de repetirse la misma secuencia de eventos, pero por mucho que se le pueda querer a Damon (Ian Somerhalder), un capítulo dedicado sólo a él se hace un poco cuesta arriba.
No ha fallado del todo, pero la premisa del capítulo que marca la vuelta de las navidades y esa muerte simultánea de los hermanos Salvatore es extremadamente predecible. No sólo porque el recurso de ‘Dia de la Marmota’ es utilizado hasta la saciedad en todos los formatos posibles, sino porque ya hemos visto esto en la propia serie. Con el mismo personaje. Hace no mucho el vampiro y Bonnie (Kat Graham) estuvieron encerrados en un universo paralelo donde cada día era exactamente el mismo. Si bien es cierto que ahí lo único que se repetía era el día físico, en un mundo vacío y los dos personajes estaban a salvo de posibles peligros (al menos durante un tiempo) y aquí si mueres vuelves a empezar la partida, el capítulo entero parece un ‘déjà vu’ . Ni siquiera es satisfactorio aprender la razón por la cual Damon está confinado a ese día en particular, pero dentro de lo malo podría haber sido pero, ¿no?
Quizás lo más frustrante del capítulo es que no podamos averiguar realmente por qué está Damon en esta situación, dentro del diabólico mundo de la gema roja, porque entramos en el bucle de una de las experiencias más traumáticas para él que hasta ahora desconocíamos. ¿Cómo vamos a poder disfrutar de la primera mitad del capítulo si no sabemos el peso de esa casa, esa familia, y la situación destellan (Paul Wesley) en casa? ¿Y lo que pinta su madre (Annie Wersching)? Ahí está, ¿no? Que su madre es el núcleo común, quien le atormenta y le podrá sacar de su infierno personal. No el que matara a esa familia para poder volver a casa (prácticamente sin querer, sucumbiendo al agobio del momento), si no el remordimiento de no haber tratado a su madre como se merecía.
Todo el capítulo Damon sufre una crisis existencial y de identidad, intentando averiguar si el mundo en el que se encuentra es, al fin, el correcto, el real, o si sigue en ese bucle terrible que le vuelve a llevar al fantasma de su madre. Pero lo mejor de la muerte de Lily fue precisamente el experimentar reacciones tan duales entre sus hijos – tanto diferentes como intensas. El poder tener ese poder independiente personalmente me pareció un acierto de los guionistas, dejar que Damon pueda culpar a alguien por su sufrimiento en ese momento, liberarse de la carga y de la culpa que tanto le caracteriza. Todo para dedicarnos ahora un capítulo a su sentimiento de culpabilidad por NO haber sentido culpabilidad. Meh.
Siempre es interesante ver el pasado previa a la sed de sangre y musculitos inmortales, esta semana con Damon como un soldado de la Confederación salvando a un compatriota y más tarde masacrando a una familia de traidores. Es demasiado sencillo para ‘The Vampire Diaries’, sin embargo, que la solución para salir de este universo sea tratar de salvar a esta familia, sin embargo, así que nos hacen creer que el verdadero dilema que separa a Damon de la vida es esa figura materna que tanto amor le ha aportado. Incluso Elena (Nina Dobrev) tiene un cameo (sí, encerrada en un ataúd pero anda que no la pasean por el pueblo), porque es quien simboliza la justificación para el odio hacia Lily. Lily fue quien causó que Elena esté ahora en ese coma mágico que tanto les mola a los seres sobrenaturales – ¿se puede pasar eso por alto?
Lo más divertido del capítulo es lo que mejor conocemos, el conflicto entre sueño y realidad. ¿A quién no le gusta una sorpresita de vez en cuando de esas de “JAAA qué te lo has creído, era un sueño”? Es repetitivo y lo tenemos muy visto pero ha puesto a prueba la actuación de Ian Somerhalder de una manera inusual. ¿Locura? ¿Incertidumbre? ¿Seguridad en uno mismo? Los ha captado al vuelo, sacándole todo el partido a la intensidad de su personaje. Y aunque la repetición a veces es sedante (para bien o para mal), el ver como sí o sí la familia de traidores o moría o se salía con la suya en cada oportunidad ha sido sorprendentemente entretenido.
Quizás el problema principal es que le han intentado dar un protagonismo mayor a la piedra Phoenix del que se merece. Este universo de pesadillas es interesante pero irrelevante para la trama actual. Es un recurso más para desarrollar al personaje de Damon. No hay nada de malo en ponerle en una posición difícil que deberá atravesar, de hecho no es más que una buena premisa, pero está enfocada desde una dirección equivocada. Sobre todo porque el final del capítulo deja una duda muy latente. La escena final de alguna manera salva el capítulo, lo convierte en el drama que llevamos toda la temporada esperando de ‘TVD’ pero a la vez parece incongruente. ¿Todo el capítulo dedicado al conflicto interno de Damon por la culpa que llevaba sobre sus hombros sólo para ponerse en una situación tan horrible como esta? Al menos si es así, si ha matado a sus amigos (que no), no puedo esperar a ver a Elena. Esta escena es tanto incongruente como completamente plausible en el universo de la serie, lo cual la hace una genialidad, un ‘cliffhanger’ de esos que tanto nos gustan. Pero a ver como salen de ésta. ¿Teorías?
Comentemos, por favor, ¿se os ha hecho un poco cuesta arriba el capítulo, o os lo habéis pasado bien? ¿Qué opináis de la secuencia final? ¿Qué guay que lleven tres meses en coma, no? Así Candice Accola puede mostrarnos su vientre de embarazada real (las prótesis de las embarazadas suelen ser embarazosas). ¿Habéis echado de menos a los herejes? (Yo NADA.) ¿Creéis que ha sido un buen descanso del ‘TVD’ de siempre?
¡No os olvidéis de ver la ‘promo’ del próximo capítulo!
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