2016 ha sido un año difícil, incluso para Mindy (Kaling). La vuelta de ‘The Mindy Project’ nos sitúa exactamente donde nos quedamos la temporada pasada, al frente de un triángulo amoroso pringoso y una revelación tan típica de rom-com que sólo esta serie podría hacer bien.
El rollo “will they won’t they” ya desapareció de la ecuación de Mindy y Danny (Chris Messina), con el relevo (poco convincente) de Jody (Garret Dillahunt). La cuarta temporada cerró con un apartamento comprado por éste para la doctora, como muestra de su amor y necesidad de ensalzar su masculinidad, poniéndola en una situación complicada. Por suerte, lo primero que hace Mindy es cerrarle la puerta en las narices al redneck mientras ella baja las escaleras de su ahora dúplex para pensar. ¿Pensar en qué? Pues no sé si os acordabais que el otro hombre de su vida se acostó con ella en un ascensor HACE SEIS HORAS y ahora tiene que decidir con quién se queda.
Porque tiene que decidirlo, ¿no? Por primera vez en la historia Beverly (Beth Grant) es la única voz razonable: no, no tiene que elegir a nadie. De hecho, se podría quedar sola y no pasaría nada en absoluto. Está en una situación amorosa muy complicada porque es forzada a elegir cuál de los dos males es peor, cuando no tendría por qué elegir más que ser feliz por sí misma. La razón por la que Jody le compra el pisito de nada es porque él tenía clamidia y se sentía mal (una razón horrible), y aunque el sea un atractivo leñador de película porno, Mindy no le debe absolutamente nada.
Todo en lo que se basa Mindy, su cosmos de romance y referencias de ‘lifestyle’, se lleva desmoronándose desde la primera temporada. No hay forma de encajar un modo de vida à la película de Norah Ephron en esta era, en su situación y con unos pretendientes tan desafortunados. Ya no funciona que nos tienten con el jugoso drama que supura de un triángulo amoroso, porque esperamos más. Pero sobre todo, esperamos más y queremos más de Mindy. En esta apertura de la quinta temporada nos vemos en un impasse, intentando encontrar el recoveco en el que la serie se sienta más cómoda, porque seguimos queriendo adolescentadas románticas y tensión sexual, pero ¿a qué coste?
Danny es un misógino y un aprovechado, y Jody es demasiado poco… ¿actual? ¿’Fake Millenial’? ¿Adecuado para Mindy, sencillamente? Incluso Mindy dice que no siente la magia, pero que cuando dos doctores ricos y guapos quieren estar contigo, habrá que decir que sí, ¿no? Esta temporada será una de mayor exploración personal para nuestra protagonista, o al menos así lo deberíamos esperar si queremos que sobreviva. La desesperación de la soledad voluntaria es menos dolorosa que el sucumbir a patrones poco favorables y esencialmente dañinos, tanto para ella como la mujer que representa. El paradigma de comedia romántica nos fascina y aterroriza a la vez – ojalá tener tantas opciones en cuanto a historias amorosas, pero qué agobio sufrir las consecuencias.
Ahora la historia de amor que nos interesa ver de verdad no es la de nadie más excepto la de Mindy y Mindy. Ojalá no desaprovechen la oportunidad de mostrarnos las sutilezas de esta decisión tan complicada. Al fin y al cabo, Mindy no se merece ser adúltera – APENAS ES UNA ADULTA. #MasAmorPropioParaMin2k16. Y sí, todos queremos que Mindy nos mire como mira a la masa de galletas. Ojalá.
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