Seamos claros, nos encanta ‘The Flash’. No solo por ser probablemente la serie de superhéroes más divertida que hay ahora mismo en antena, y creednos cuando decimos que en la actualidad hay casi más de las que podemos manejar, sino porque es de las pocas que no descuida su desarrollo argumental y el carisma de sus personajes por el camino. Pero gustándonos la serie y habiéndonos divertido mucho con este último episodio, de vez en cuando hay que cantarles un poco las cuarenta. Hoy es uno de esos días.
Uno de los principales beneficios que tiene la televisión frente al cómic es la mayor capacidad de planificación que tiene. En las páginas de Flash, existe la necesidad inexorable de cada mes presentar una nueva aventura para el personaje o una continuación de la precedente, así durante todo el año sin ninguna pausa por décadas salvo cancelación o relanzamiento editorial. Eso en muchas ocasiones da la sensación de estar ante unos eventos improvisados o una huida argumental hacia delante sin un fin determinado, algo que los autores han sabido enmascarar con mayor o menor habilidad pero que en ocasiones se ha hecho evidente en las aventuras de numerosos personajes.
Esto es algo que nunca esperaríamos encontrar en una serie de televisión, con una unidad estructural mucho más definida que los a veces etéreos arcos argumentales del cómic, al tener las temporadas un inicio y un fin determinado en el tiempo y una duración entre un punto y otro perfectamente establecido a priori. Si en el primer año de ‘Daredevil’ se pretende contar sus orígenes como justiciero y su primer gran enfrentamiento con Wilson Fisk, los trece episodios que se emitan en 2015 estarán destinados a esa finalidad. ¿Pero qué pasa cuando el formato excede la duración de la historia que se pretende contar? Pues que entras en dinámicas como las pasada y presente temporadas de ‘Arrow’ o el episodio que nos ocupa esta semana en ‘The Flash’.
Cuando tienes la necesidad de rellenar un número de episodios que alcanza los veintidós y tu historia no da para ese número, es cuando empiezas a tener cierta transferencia del medio original al que pertenece el personaje, estás contando algo nuevo por el mero hecho de contarlo y no porque de verdad te aporte a la serie. Esto implica traer a personajes cuyo interés es mínimo para el espectador y que no ayudan a construir la mitología que tanto esfuerzo se está invirtiendo en cimentar, meros entes pasajeros efímeros que no cumplen ninguna función más allá la de rellenar los cuarenta y dos minutos de rigor semanales. Pues si, lo hemos dicho, ‘The Flash’ nos ha traído un episodio de puro relleno.
Porque que levante la mano en la sala a quien le interesase Tar Pit. Un tipo cuyo poder es convertirse en alquitrán caliente porque se cayó a un pozo de alquitrán caliente. Un fulano que a ratos es una versión masculina de mediana edad de la niña de ‘The Ring’ y otras veces una especie de versión ‘low-cost’ de Clayface, el aterrador villano de arcilla cambiaformas de Batman. Un personaje con tanto interés que el propio episodio lo despachó ‘in media res’ porque se acordó que tenía que desarrollar un poco más el conflicto entre el grupo protagonista para dejarlo todo a punto para un próximo episodio que promete ser vibrante. Hemos tenido ante nosotros el villano de relleno más poco disimulado que la serie The CW ha tenido la gentileza de ofrecernos.
En esto nos posicionamos como ese profesor exigente que le exige a su alumno aventajado más que a nadie, porque sabe que tiene la capacidad de ofrecer la mejor versión de si misma y ha decidido relajarse a sabiendas de que nos daríamos cuenta. En esta casa somos adictos a lo que nos ofrece ‘The Flash’ como a la nicotina, pero en el momento en el que nos empiezan a introducir alquitrán en nuestra fina hoja de tabaco empezamos a morir un poco por dentro. Hemos venido a por cigarros puros habanos, no a por cigarrillos industriales llenos de aditivos.
Así que será esta la semana en la que ‘The Flash’ se marche con un tirón de orejas, en la que quiso colarnos que temeríamos por la vida de Iris West (Candice Patton) por un fragmento de cristal de una colisión vehicular ocasionada por un villano de alquitrán que ni sabíamos por qué estaba en una carrera ilegal en la que la periodista se presentó de incógnito pero con mechas y minifalda. Ya sea por la memoria de Paul Walker o por la integridad argumental de la serie que nos ocupa, dejemos la saga ‘Fast and Furious’ a un lado.
Por suerte habremos dejado pronto este hiato narrativo atrás, ya que la semana que viene llega el viaje interdimensional que estábamos esperando. Nuestros protagonistas se van a Tierra-2 a descubrir a todos los ‘döppelgangers’ de los sospechosos habituales y a rescatar de una vez por todas a la hija del Harrison Wells (Tom Cavanagh) de esa tierra, a pesar de su reciente traición de la que ya ha sido perdonado. Nosotros también te perdonaremos esta, ‘The Flash’, pero eso significa que ahora estás a prueba.
No nos decepciones.