La nueva temporada de ‘Mozart in the Jungle’ se estrenó esta semana en Amazon, devolviéndonos la magia de la orquesta neoyorkina e introduciéndonos en el cálido mundo de la ópera de la mano de Monica Belucci. Volvemos a escapar a la comedia musical más encantadora de la televisión que, como siempre, nos transporta a la vida de artista que soñamos con llevar.
Empezamos con los dos pilares de la serie, Jailai (Lola Kirke) y Rodrigo (Gael García Bernal), en direcciones opuestas, sólo para encontrarse una vez más por esas bromas del destino. Con Venecia de fondo, la historia empieza a desenvolverse con ese toque opulento que sólo podría funcionar a manos de la serie más pretenciosa de la televisión. Ya hemos hablado de esto, pero parte del encanto de ‘Mozart…’ reside en esa pretensión romántica que acaba siendo atractivo para cualquiera. En el palacete de La Fiamma (Monica Bellucci), dando paseos en bici con Rodrigo al borde de los canales o suspirando mientras el Maestro le ata a su nueva pseudo conquista un delantal muy italiano… Somos transportados a un mundo aparentemente idílico y lírico pero con muchas imperfecciones.
Hasta ahora no habíamos tocado nunca la mitología de la ópera pero sí habíamos convivido con la mitología de ciertos personajes como Alessandra. Rodrigo mismo, el genio profeta sinfónico, había aportado mucho en esta construcción de lo que significa ser artista, ya sea “tocando con la sangre” o encandilando con su filosofía neo romántica. Sin embargo, ¿qué opináis de la elección de Bellucci para el papel? Aunque personalmente adoro a la actriz, su papel se me quedó corto y forzado. Se notaba a la legua que no estaba cantando y no había fuerza en su rostro, dejándome fría cada vez que salía al escenario. Sobre todo al lado de Rodrigo, tan visiblemente emocional hasta sobre los más mínimos detalles. Físicamente La Fiamma era exactamente lo que pedía el papel, pero faltó algo que nos hiciera creer que era ella quién cantaba de verdad.
A partir del segundo capítulo, quién vuelve a ser la portadora de la magia es Hailey, quién sufre de primera mano la misoginia existente en las artes frente a la mano firme del personaje Dermot Mulroney. Su relación con Alessandra empieza con cariño y se transforma en paternalismo, llevando a la realidad la ópera moderna de Amy Fisher. Se crea un triángulo amoroso tenso y dulce que termina en melodrama absorbente que a su vez cierra la fase italiana de la temporada.
De vuelta en Nueva York, las cosas tienen otro ritmo y otro nivel de tensión. Rodrigo vuelve a la gran manzana sin sus trencitas pero con mucha ambición. Con el ya clásico ritmo enigmático del maestro, Rodrigo entra al bautizo del hijo de sus ex-compañeros puesto hasta las trancas de inspiración divina (y un poco de tristeza por la pérdida de su Maestro, de quién no volvemos a saber mucho) y consigue que se llegue a un acuerdo para salvar a su queridísima sinfonía. Sí, les quiere mucho, pero les encierra y se va a dar un paseo. Así que la carga de la negociación se queda con el dream team de Betty (Debra Monk) y Gloria (Bernadette Peters), un poco borrachas pero con mucha iniciativa.
La temporada avanza de forma diferente a las anteriores enfocando a la sinfonía, el centro de la serie, muy tarde. Pero en cuanto lo hace de manera serie, lo hace de manera brillante. Tenemos un capítulo realizado como ‘mockumentary’, un formato con el que aún no habían experimentado. Como no podía ser de otra forma, el mega hipster de Bradford (Jason Schwartzman) se propone grabar una película vintage con muchas tomas malas y mal editadas pero con un resultado entre paródico y indie que funciona espectacularmente. ¿Lo mejor? Fueron a la cárcel, la Chelsea Symphony tocó de verdad, y entrevistaron a los presos, dando una carga emotiva muy impactante. ¿Lo peor? A nadie le gusta Bradford, y el tono del capítulo roza lo pedante demasiadas veces.
Hay mucho crecimiento del resto de los personajes que ayuda a crear una atmósfera de cambio y movimiento. Cynthia (Saffron Burrows) toma la difícil decisión de operarse la mano (que ya era hora, chica), Gloria y Thomas (Malcolm McDowell) avanzan su relación con un encanto y naturalidad maravillosos y Lizzie (Hannah Dunne) abre ¡su propio bar! El hecho de que haya pasado algo de tiempo entre la anterior temporada y esta deja hueco para volver a conocer a los personajes, y eso es muy entretenido. Pero quién más crece esta vez es Hailey quién, inspirada por el tumulto emocional por el que ha estado pasando y la ambición de su mejor amiga, decide probar algo nuevo: ser directora de orquesta. Rompiendo moldes, no sólo por su juventud sino por su género, lucha contra la mala fama que lleva acarreando desde ese magnífico vómito en escena para poner en práctica algo que le apasiona.
En general, ha sido una temporada que vuelve a darnos todo lo que nos gusta de ‘Mozart…’: música (lol), dilemas resueltos con creatividad y mucho morro, y una búsqueda sobrehumana para encontrar aquello que de verdad te hace feliz. Al final, ésta siempre ha sido una serie que vive del proceso creativo, y si eso no es inspirador para ti, quizás esta no sea tu serie. La temporada acaba con Hailey y Rodrigo empezando lo que parece una nueva relación que les aporta mucho cariño y curiosidad, pero que claramente puede acabar con ellos. Pero quizás lo más importante es que la orquesta se está transformando, y la nueva dirección de Rodrigo podría dar para tramas muy interesantes – ojalá se centren un poco más en eso, lo que les hace únicos.
¿Qué os ha parecido la temporada? Debemos comentar.