Una semana más en la montaña rusa de emociones que es ‘Supernatural‘ y al menos hemos podido ponernos nostálgicos… Algo es algo.
Sam (Jared Padalecki) y Dean (Jensen Ackles) se enfrentan esta semana a un caso mediocre que ha servido más para trasladarnos a una infancia que no hemos vivido que para otra cosa. Y todo sin la -supongo- cara aportación de Papá Winchester (Jeffrey Dean Morgan) que, además, estará enfrascado en su paso por ‘The Walking Dead‘. Ver a Sam y, sobretodo, a Dean disfrutando de manera tan irracional de algo siempre nos gusta. Quizás Padalecki y Ackles han perfeccionado mucho ya este tipo de actuación o, quizás, son más ellos mismos que en otras ocasiones, pero la verdad es que se ha hecho muy auténtico ver esos momentos de ‘fangirleo‘ de Dean han sido magníficos.
Como estamos acostumbrados ya, este capítulo ha sido de los de monstruo de la semana. Ya hemos dicho más veces que este tipo de capítulos no son nuestros favoritos, no debería ser una sorpresa para vosotros que lo repitamos. Pero, sin embargo, a pesar de que podría haber sido un capítulo completamente plano (como tantos otros). Algo, aunque sea muy mínimo, ha ocurrido: ¡Crowley (Mark Sheppard) ha sido muy protagonista! No solo porque ha conseguido librarse del cautiverio, sino porque parece haber absorbido el poder de otra «mano de Dios». ¿Qué significa esto? Ni idea. Sobretodo porque de un simple puñetazo Lucifer en el cuerpo de Castiel (Misha COllins) le ha tirado al suelo y ha tenido que huir con el rabo entre las piernas.
Ahora mismo dudamos que Crowley tenga algún aliado dentro del infierno, pero entonces, ¿qué va a hacer? Pues lo que todos suponemos, acudir a los Winchesters. El problema es que después de todo esto (es la segunda vez que se ve desterrado de su propio trono en el infierno), dudamos que sea capaz de recuperar el respeto de sus queridos demonios, ¿no os parece?
Entonces habría que plantearse qué futuro le espera a nuestro irlandés favorito porque… Lo que más claro se ve en el horizonte es su muerte. Ahora mismo no sirve para nada, ni como malo ni como bueno. Ni como enemigo ni como aliado, ¿¡entonces qué!?
Respecto a la trama general de la temporada… La verdad es que estamos tan perdidos como el primer día y ya llevamos 15 malditos capítulos. Quedan bastantes menos de la mitad y seguimos sin tener ni idea. Pero parece que ya podemos descartar eso de que Dios «baje» de ningún lado a ayudar en nada. Todas las veces que podríamos haber pensado que lo haría, que lo iba a hacer, que lo había hecho… Nos hemos quedado expectantes y sin tarta.
Malditos guionistas.
¿Qué os parece a vosotros? ¿Tiene futuro Crowley? ¿Le veis solución digna a esta temporada? ¿O será un final sacado de la manga y repentino como tantos otros antes que él?
Por el momento parece que tendremos que esperar ¡un mes! Para seguir viendo a nuestros chicos, más les vale que este parón sea de los que merece la pena… ¡Hasta entonces!