La séptima temporada de ‘Shameless’ se da por cerrada con un capítulo que obliga a toda familia a unirse, celebrar y llorar. Toques emotivos e interpretaciones fantásticas impregnan esta ‘season finale’, pero ha faltado algo.
Ya lo hablamos la semana pasada, pero la muerte de Monica (Chloe Webb) tiene muy poco que ver con Monica y mucho que ver con sus hijos. También hablamos de lo mucho que le iba a afectar a Frank (William H. Macy), pero después del capítulo de esta semana, personalmente, ese desarrollo emocional me importa más bien poco. Siempre han tenido una relación compleja y hasta cierto punto entretenida, pero eso era sólo cuando ella estaba presente, y no lo ha estado apenas. Es extraño que hayan decidido dedicarle un capítulo entero al luto de este personaje, que a pesar de simbolizar todo lo que la familia Gallagher ha necesitado siempre, no ha tenido ningún efecto tangible a lo largo de la serie.
La muerte de la matriarca expatriada de la familia es una decisión consciente y calculada, desarrollada de manera rápida y eficaz entre pequeños cameos que nos conectaban mínimamente con ella. Pero lo que más ha conseguido Monica es ser una persona extraña y volátil que a veces aparecía para no hacer mucho daño pero sí mucho ruido. Esta temporada se ha enfocado mucho en el desarrollo personal de cada personal de cada miembro de la familia, y está claro que esta muerte es sólo un “obstáculo” más en la ronda de ejercicios que tienen que pasar los Gallagher para volver a estar unidos, ¿no?
Como último reto y regalo, Monica deja kilos y kilos de metanfetaminas a modo de herencia para sus hijos. Éste es un detalle tan inocuo y vacío que a pesar de alegrarme que se entierre bajo tierra con el cuerpo de la mujer, no produce ninguna satisfacción. A su manera intentan convertirlo en una rebeldía más de la familia, el último roce con lo ilegal, lo malo pero lo divertido. En esta trama lo único que se recalca realmente es la alienación que sigue sufriendo Fiona (Emmy Rossum) del resto de su familia, enfrentada a 70,000$ de meth y escogiendo deshacerse de ello. ¿Pensáis que la antigua Fiona hubiese dicho que no a 10,000$, viniesen de donde viniesen? Podemos asegurar que que no, y esa diferencia palpable es interesante; siendo la única en considerar que es mala idea traficar con drogas frente a una familia lleno de gente lógica y responsable (LOL). La trama empieza y acaba sin clímax ni mayor emoción, y es un error.
Lo es porque se dedica mucho tiempo a esta historieta supuestamente divertida, que lleva a un altercado muy violento entre Debbie (Emma Kenney) y su padre, cuando podríamos estar hablando de lo más fascinante de esta temporada: la mayor de los Gallagher. Sin duda alguna, el capítulo es salvado y elevado con la siempre impecable actuación de Emmy Rossum, mostrándonos todo el espectro de emociones que alguien en su situación podría sufrir. La ira y tristeza contenida durante años sale poco a poco, en la funeraria, entrando a trabajar, en el funeral y enfrentándose a su padre en el jardín. Creo que deberíamos enmarcar esa escena e interacción: toda la familia mirando hacia abajo a su madre real y a su padre biológico, mientras Fiona, deshecha después de años cargando con una responsabilidad que no le pertenecía ni se merecía, dice que se alegra que su madre haya muerto. No hay momento más sincero en toda la serie que este. Fiona siempre fue la heroína de la serie y pocas veces se ha mostrado con tanta claridad lo duro que debió ser para ella lidiar con la vida que le tocó. Un ‘standing ovation’ a Emmy, que se merece un Emmy. (jeje)
La serie ya está renovada y aunque este capítulo podría haber sido un ‘series finale’ sin darle demasiadas vueltas, sí nos dejan con algunos detalles que podrían dar una nueva visión de futuro. Fiona acepta un contrato por el edificio sin dedicarle el tiempo adecuado, Debbie ha empezado con sus clases de soldar y Lip (Jeremy Allen White) vuelve a tener esperanza en su carrera. Son detalles que abren puertas para más ‘Shameless’, pero no nos dejan con ansias de más. Hasta la escena post-créditos nos invita a que nos vayamos por ahí. Así que con esta perspectiva de cierre y paso de página, nos quedamos entre satisfechos y fríos. Es una pena que tramas más transcendentales se hayan quedado en el banquillo para hablar de Monica.
¿Qué os ha parecido el capítulo? Ha sido una delicia, como siempre, tener a toda la familia unida de nuevo, incluyendo al madurísimo Carl (Ehtan Cutkosky) y Kev (Steve Howey) y Vee (Shanola Hampton). La historia de Monica al menos consigue reavivar la magia de la dinámica que nos enamoró de la serie en un principio. ¿Cómo creéis que continuará? Comentemos.