¿Os acordáis de ‘Scrubs‘? Seguro que sí. Esa serie sobre un joven doctor que tiene que lidiar con la vida, la muerte, el amor y la madurez. Vista con cierta distancia, ‘Scrubs‘ es bastante simple y tonta, con un esqueleto repetitivo y unos cambios de tono demasiado exagerados. Pero funcionaba y nos lo pasamos bien. ¿Recordáis qué pasó con ‘Scrubs‘? Acabó, en su octava temporada. No solo cerrando la serie, sino proyectándola al futuro. Y, después, duró una temporada más.
Dejar ir es complicado. Enfrentarse a la muerte, saber que no tendrás más historias sobre esos personajes. Pero no solo uno tiene que asumir la desaparición de una serie, sino también de un formato. El capitalismo, su lógica imperante, trata de estandarizar procesos para conseguir el máximo beneficio. Es decir que si una serie funciona, se intentará extender en el tiempo o repetir la fórmula camuflándola de diferentes modos. En nuestras manos está la capacidad para decidir que, en realidad, ya está bien.
Pienso todo esto mientras veo ‘Live From New York‘, el especial sobre ‘Saturday Night Live‘ emitido antes del primer capítulo de la nueva temporada. Un programa que repite formas desde hace cuarenta años ya, pero olvidándose de qué era. El propio documental lo trae al primer plano: un espectáculo off-Brodway, atrevido y directo, sin intermediarios. SNL ha tenido los momentos más impactantes de la televisión estadounidense porque no hay intermediarios entre lo que sucede y lo que el espectador ve. Si Jimmy Fallon se ríe de forma incontenible, lo ves. Pero tiene que haber algo más que Fallon riéndose.
En el comienzo de la temporada aparece Hillary Clinton mirándose en el espejo. Una muestra de humildad (¿Hillary tiene de eso?) y cercanía con la gente. Y es algo que ‘SNL‘ lleva haciendo desde unos cuantos años. Diría que desde el 11-S, hecho terrible que detuvo en seco la broma y, también, la idea que teníamos sobre qué bromear. Desde entonces, parece que la sátira política mordaz y alejada de cierta realidad (Chevy Chase ni siquiera quería imitar a Ford) ha dado paso a una sátira más amable, de colegueo. En el momento en el que los poderosos entienden que sirve para estar más cerca de la gente, la abrazan y comparten la broma como forma de mantener su campaña allá donde vayan.
No solo eso. Es que los sketches actuales funcionan mejor en formato vídeo que en vivo. Lo que una vez era Matt Foley llenando todo un escenario él solo a grito pelado mientras se ajustaba el cinturón, se ha convertido en Miley Cyrus haciendo exactamente la misma broma que hace dos años en los VMAs. Y quizá la culpa la tengan los Lonely Island y su forma de entender Youtube antes del auge de Youtube. O un cast que ha caído en lo repetitivo. Aunque el documental se haga eco del problema de la diversidad, de género y de raza, lo cierto es que la nueva incorporación en el show es un hombre blanco más.
El propio documental asume que ‘SNL‘ se ha convertido en ‘establishment‘, en la corriente principal, porque nada puede durar tanto sin pasar a formar parte de lo habitual. Y no es que me queje de que tiempos pasados, tiempos mejores. Sino que es mejor morir a no saber adaptarse. Ahí están las tres gloriosas temporadas de ‘Hannibal‘. Si se recuperasen como se recuperó ‘Community‘, quizá acabásemos con un puñado de temporadas más que manchasen el conjunto. Deberíamos celebrar cada vez que una serie se va sin una temporada mala. Cada vez que una serie excelente acaba y sigue siendo excelente. Cada vez que el propio arte supera al mercado.
Aleluya, pues lo hemos dejado ir.