Nuevamente, Riverdale juega con nosotros intentando hacernos creer que sabemos quién está tras esa máscara negra… ¿puede que esta vez lo descubramos de verdad?
Si por algo se están caracterizando estos últimos episodios de Riverdale es por haber subido el listón y darnos constantemente tensión, dudas y mucho misterio… que luego a lo mejor la resolución es un bluf como una catedral, pero como a eso ya estamos más que acostumbrados, disfrutemos del viaje, ¿no?
Esta semana pretenden hacernos creer que el padre de Betty (Lili Reinhart) es en realidad el encapuchado que llevamos toda la temporada persiguiendo, y como espectadores no podíamos evitar mirarle fijamente a los ojos cada vez que estaba en escena. No parece el mismo color, ¿verdad? Pero claro, luego te pueden sacar de la manga que usaba lentillas de colores y nos desmonta todo el tinglado.
Otro que también parece empañado en descubrir la identidad del asesino es Archie, que no duda en ir casa por casa fijándose en sus habitantes masculinos para tratar de hallar alguna similitud ocular, con la excusa de hacer campaña para su padre. Suena bastante ‘creepy’ que un chico vaya a tu casa para mirarte fijamente a los ojos con cara de misterioso, incluso si ese chico es alguien tan indudablemente atractivo como KJ Apa.
Y hablando de la campaña, estamos ya en pleno clímax electoral, y si Riverdale fuera un pueblo sabio y juicioso, que no lo es, votaría sin duda a papi Andrews (Luke Perry), el único en ese lugar que parece saber que nada se resuelve con más sangre. La máxima de «Blood must have blood» se la dejamos a ‘The 100′, por favor y gracias.
En medio de este maremágnum, un asaltante irrumpe en el pleno disparando a diestro y siniestro, dejando bastante tocada a la madre de Veronica (Camila Mendes). Su hija le insta a abandonar, su salud es lo primero, pero el mafioso de su padre no parece opinar lo mismo, y menos ahora que están tan cerca de dominar el mundo, digo… hacerse con el control del pueblo. Esto nos da nuevamente una idea de lo lejos que está dispuesto a llegar el patriarca de los Lodge (Mark Consuelos) con tal de hacer sus planes realidad, hasta el punto de ignorar el estado de su esposa y mentir a su hijo, aparte por supuesto de usar a Archie con total impunidad. Lo triste es que el tonto se deja…
Hablando del pelirrojo, ese trastorno bipolar que ya venimos comentando sigue presente. Esta semana opta por decantarse por su padre y protegerlo como hizo antaño. A ver si espabila de una vez y se deja de que le coman el tarro tanto los Lodge…
Por su parte, nuestro querido Fangs (Drew Ray)está en aprietos. Todas las pruebas parecen inculparle a él, gracias a la jugada maestra de Hiram, y el pueblo en masa se lanza a por él, pobrecito. Suerte que tenemos a Jugghead (Cole Sprouse), con sentido común, para intentar parar la masacre, pero… oh my god, no sale todo como se esperaban. Fangs está herido. Hablando del personaje, ¿podemos dar ya por hecho que es bisexual? Si se lió con Midge y a la vez flirteaba con Kevin (Casey Cott), o eso queríamos pensar, bien pudiera ser. Y bien estaría.
No sabemos si los guionistas están intentando hacer que Reggie (Charles Melton) sea un personaje odiado, pero desde luego lo están logrando. ¿Podíamos darle mayor profundidad a los personajes, por favor? Es muy patético que su motivación en la vida sea «Una Serpiente se ha liado con mi amiga, matémoslo por su gran afrenta». O sea, no, esto no puede ser. Si queréis darle tramas al personaje, que sean interesantes, o que se parezca más al de los cómics, que al menos tiene cierta carisma.
Para finalizar el episodio, Cheryl (Madelaine Petsch) recibe la misteriosa visita de… ¿Black Hood? Esperemos que su vida no peligre, porque ya lo ha pasado bastante mal toda la temporada…
¿Qué os ha parecido el episodio? ¿Sabéis ya quién se esconde tras la capucha? ¿Estará muerto Chic? ¿Se decidirá Archie de una vez? ¡Comentadnos!