Después de semanas escuchando teorías sobre si el mundo interno de Elliot (Rami Malek) se correspondía con el externo, en el último capítulo nos desvelan la realidad. Era necesario este cambio de marchas para poner las cosas en perspectiva, pero ¿os lo esperabais? Vamos a analizarlo más a fondo.
El término “narrador poco fiable” ya es un clásico a la hora de hablar de ‘Mr. Robot’, ese elemento que hace que la serie nos resulte fascinante a la vez que frustrante. La temporada pasada lo descubrimos con la revelación de la verdadera identidad de Mr. Robot (Christian Slater), y vuelven a hacerlo esta vez dándonos el paradero real de nuestro protagonista. Es emocionante pensar que existe una realidad alternativa a la que vivimos junto a él semana tras semana, sobre todo porque al fin y al cabo Elliot lucha contra el mundo de ilusiones en el que vivimos el resto de los mortales. Contra la obsesión capitalista y más recientemente contra la religión, el hacker vive en un enfrentamiento ideológico constante con los elementos que nos mantienen a nosotros, la audiencia, en una realidad alternativa. Tanto es así, que le impiden ver que el sufre la misma obsesión escapista de otra manera.
Se trata de autoprotección y disminución del dolor, esta fantasía en la que vive: encerrado en una rutina que nos cuenta es infligida por sí mismo para mantener la cordura, en casa de su madre que representa un orden superior y más poderoso al que no le importa sucumbir. Pero en el fondo en esta fantasía él es consciente de lo que hace, simplemente se esconde tras razonamientos e ilusiones que le ayudan a pasar el rato. Sigue estando en contacto con la realidad con Mr. Robot, el que precisamente simboliza la falta de ella. Esta realidad en la que vive es más real que la vida misma porque es dónde él esta cómodo y funciona: tiene el control.
Ha habido muchas teorías sobre su paradero real. Personalmente, algo me fallaba en la narrativa que hemos estado siguiendo últimamente, y el último capítulo que roza el surrealismo es una verdadera prueba que su búsqueda de refugio interno estaba empezando a fallar, pero ¿os podíais imaginar que estuviese en la cárcel? Por internet se hablaba de que estuviera en un centro psiquiátrico, pero con disculpas dirigidas en nuestra dirección descubrimos que no. Nos promete en vacío que no volverá a mentirnos pero con un peso en el corazón importante sabemos que no es cierto. Al fin y al cabo cuando nos miente a nosotros también lo hace a sí mismo.
En medio de una catarsis decide que Mr. Robot está de su lado, pero ¿es porque es el único que sabía que mató a Tyrell (Martin Wallstrom)? Es el portador de las verdades pero él mismo es una fantasía de nuestro protagonista. Detrás de excusas (que si Tyrell iba a matar a una mujer, que si no era un buen hombre), Mr. Robot ofrece aún más paz en la situación en la que está Elliot, y ahora mismo es lo que más necesita: un foco de fe, que alimenta su revolución y búsqueda de liberación.
En el resto del mundo, los demás personajes están en su propia búsqueda de liberación, llevando a cabo el hack del FBI con algún que otro problema. Angela (Portia Doubleday) vuelve a encandilarnos con un poco de encanto y mucho agobio a la hora de llevar a cabo la parte más física de la misión, hackeando en directo el piso del Bureau sin ser cazada. El problema es que sí lo es. Dom (Grace Gummer), tan perspicaz como siempre, descubre que hay algo cociéndose y que Angela tiene algo que ver, pero la información que a ella le falta también nos falta a nosotros. No sabremos de qué lado está Angela hasta el momento de la verdad – ahora mismo es un peón, y con esta confrontación con Dom deberá elegir si ser una pieza activa en el juego.
Whiterose (BD Wong) tiene su propia influencia sobre la vida de Elliot, mencionado de pasada a manos de Leon (Joey Bada$$), quien le salva que una violación. ¿Está la Armada Oscura en la cárcel, protegiendo al protagonista? Leon es un personaje esencial para el crecimiento actual de Elliot porque representa una amistad y protección que no están en su cabeza pero sí donde él se encuentra. Ahora que Elliot está a punto de salir de la cárcel, sólo podemos asumir que su relación con Whiterose aumentará, pero no podemos saber qué fuerzas estarán en juego cuando esto ocurra. ¿Teorías?
Joanna Wellick (Stephanie Corneliussen) vuelve esta semana con su trama recluida y breve que nos deja siempre con el corazón encogido. Rodeada de aislamiento y dolor, es atacada por un anónimo con sangre, a lo que responde con un grito mudo que hiela la sangre. “Cerda capitalista”, la llaman – pero de momento no ha hecho demasiado para mostrar que lo es, y sin duda no debe quedar mucho tiempo para que lo haga.
Ha sido un capítulo estéticamente perfecto: no sólo la transformación del mundo de Elliot, sino encontrando belleza en las pausas incómodas de Angela frente al resto del mundo, de Joanna y su mundo desmoronándose e incluso en la banda sonora. Las capas de fantasía y mentiras que construyen la serie son las que le dan su razón de ser y ahora que la mirada de Elliot se aclara sólo podemos avanzar. Sabemos que no todo lo que recibamos a parti de ahora será cierto, pero al menos confiamos en que tenemos algo más de información y por lo tanto control sobre la trama.
¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Qué opináis de esta nueva revelación? Y sobre todo, ¿cuál será el siguiente paso? Hablemos.
6 comments