Esta semana llegamos al ecuador de la cuarta temporada de ‘Brooklyn Nine-Nine’ con un capítulo navideño que no representa lo fantástica que ha sido la temporada, pero sí nos ha entretenido. Ah, y como siempre, no han faltado las referencias a ‘Die Hard’, porque: ¿qué sería la navidad sin la película más navideña de todas?
El ridículo mundo de los policías de Brooklyn siempre toma nuevas formas, y en este capítulo que marca la mid-season la trama se podría resumir en: Jake (Andy Samberg) y Boyle (Joe Lo Truglio) la lían parda con la mafia de Letonia. ¡Ah! Y en calzoncillos. Pero la historia que lo empieza todo es donde el capítulo falla y gana a la vez, porque la idea es facilona.
Es navidad, y Boyle no ha conseguido el regalo perfecto (el action man letón) para su hijo, y como haría Arnold Schwarzenegger en cualquier película navideña que se precie, hay que conseguirlo cueste lo que cueste. Es una idea sencilla para ser la trama principal, pero de fondo tenemos a Gina (Chelsea Peretti) descubriendo ‘Hamilton’ así que no nos importa mucho.
Lo que hace de esta trama algo fantástico es ver a Boyle como nunca le habíamos visto antes, rompiendo tazas con una mano y gritando a quién hiciera falta, y es todo porque el objetivo de esta misión es el más puro de todos, ayudar a su hijo. Esto ha sido la esencia del crecimiento emocional de Boyle a lo largo de toda la temporada. No sólo le ha hecho madurar, sino que le ha dado una sensación de estabilidad que no había conocido nunca y eso le da determinación y poder. Puede entrar a un bar letón y ligarse a la primera que ve porque rezuma dirección en la vida – es el héroe de la historia. Es el Bruce Willis de nuestro corazón, y nos creemos el amor hacia Nikolaj (espero que lo hayáis pronunciado bien, ¿eh?) al cien por cien. Y lo compartimos también, al ver su emoción con el muñeco de policía. Si es que es una monada.
La trama Boyle-Jake es una maravilla como siempre (y una dinámica que no hemos visto demasiado esta temporada), y hacen que el elemento procedimental y predecible del capítulo funcionara, especialmente dándole algo más de visión a Boyle como héroe y no ‘sidekick’. En una temporada tan centrada en la relación entre Peralta y Holt (André Braugher), hacía falta.
La trama B de este capítulo está algo peor desarrollada, pero sigue con la idea de “es navidad, vamos a creer en el amor” y esas cosas que tanto aman los americanos. Con una competición – lo que mejor se les da al equipo del Nine-Nine, sin duda – musical mal orquestada todos acaban creyendo en el espíritu navideño una vez más. Pero llegan ahí con competitividad mal encarada, y resulta hasta incómodo. Aunque siempre deberíamos contar con André Braugher y su comentario sobre la bomba que al final no lo era, sino un reloj hecho por un estudiante minoritario, a veces a quién se le pierde el espíritu navideño es a la audiencia.
Y aún así, con un capítulo predecible y regular, nos dan exactamente el humor que necesitamos. Sí, la mid-season ha sido algo caótica, pero ha dado por cerrada una primera mitad de temporada divertida y con visión de futuro. En las ’sit-coms’ es muy fácil caer en el capítulo de relleno en las fiestas, así que les perdonamos. ¿Qué os está pareciendo la temporada? ¿El rollo padre vs no padre entre Jake y Boyle lo veis necesario? ¿Podemos tener un ‘spin-off’ sólo de Gina o creéis que eso le arruinaría un poco la magia? ¡Comentemos!