Para mí todo empezó el verano de 2001. Mis padres acababan de divorciarse, me había tenido que cambiar de casa y, con tan solo 7 años, no tenía amigos con los que bajar a jugar. Fue entonces cuando Telecinco decidió comenzar a emitir una serie que llevaba ya unos cuantos años en antena en Estados Unidos. Hablo de ‘Embrujadas’. Era muy pequeña cuando empecé a ver esta serie, y en ese momento no sabía lo que era ser seriéfilo ni nada por el estilo. Después llegaron esas series que vería a solas en mi habitación con mi ordenador, en inglés y al ritmo que llevaban en EEUU como por ejemplo ‘Gossip Girl’ o, más tarde, ‘Pretty Little Liars’, esas de las que buscaba teorías y comentaba con mis amigas en el instituto. Pero todo empezó con mis queridas embrujadas.
Todas las tardes de domingo, tras el drama de película de Antena 3 del sábado, me sentaba en el sofá con mi madre y mi abuela y veíamos un nuevo capítulo. Poco a poco me fui enganchando y cada día tenía más ganas de que llegara la tarde del domingo para volverme a juntar con las hermanas Halliwell. Reconozco que en ese momento (y hasta el día de hoy) era una Potterhead de pies a cabeza, así que una serie sobre magia y en la que las protagonistas fueran mujeres fuertes y poderosas me iba a enganchar porque todo lo que quería ser en ese momento era una Halliwell más.
Para aquellos que no conozcáis la serie se trataba de la historia de las hermanas Prue (Shannen Doherty), Piper (Holly Marie Combs) y Phoebe (Alyssa Milano) que, tras descubrir el Libro de las Sombras, se dan cuenta de que son las brujas más poderosas de la historia y están destinadas a proteger al mundo de demonios y muchas otras criaturas mágicas.
Cada una tenía sus propios poderes. Prue podía mover los objetos con la mente, y más adelante descubre que también puede proyectarse astralmente a otros lugares. Piper (mi favorita) podía congelar personas y objetos, y más adelante consigue hacer explotar cosas con las manos. Phoebe tenía premoniciones, y después descubre que también es capaz de levitar y sentir las emociones de otros. Pero su mayor poder residía en su unión, ya que juntas formaban el Poder de Tres, la magia más potente que existía.
Con esta serie descubrí que una serie puede continuar tras la muerte de uno de sus personajes principales. Y es que (SPOILER ALERT) la muerte de Prue lo cambió todo, ¿cómo podrían continuar sin el poder de tres? Y también entonces descubrí que los guionistas tienen armas para todo y es que entonces se sacaron de la manga a Paige (Rose McGowan), hija de la madre de las embrujadas y su luz blanca (what?).
Y con ello un millón de situaciones más. La relación prohibida entre Piper y su luz blanca, Leo; la relación de Phoebe con un demonio como Cole; los inspectores de policía que estaban siempre rondando lo que sucedía alrededor de las hermanas, los hijos de Piper que viajan desde el futuro para ayudarlas a cambiarlo, su negocio (el P3)… Madre mía, únicamente de escribirlo se me ponen los pelos de punta y me muero por volver a verla enterita.
Y, lo más importante, ‘Embrujadas’ era una serie de mujeres. Las mujeres más poderosas del mundo, cargándose un demonio tras otro. A veces recibían la ayuda de hombres y a veces no, pero lo que dejaban claro era que no los necesitaban. No era la base de su vida. Y, para ser una serie tan… llamémoslo antigua, en un momento en el que el feminismo no era algo que estuviera en el foco de atención, se agradecía que pudieran demostrar a todas las niñas como era yo en ese momento que siendo mujer puedes conseguirlo todo. Fue, sin duda, una de las primeras series en pasar el test de Bechdel. Hay más de dos mujeres con nombre, de hecho, son tres protagonistas capaces de salvar el mundo por sí mismas, y más de una vez. Hablan entre ellas continuamente, y sus conversaciones van más allá de relaciones románticas y hombres. ¡Gracias!
Fue mi primer amor, y aquel al que aún acudo a día de hoy de vez en cuando. Durante estos años se ha hablado varias veces de la vuelta de la serie, de un posible ‘reboot’ e incluso de una película y, aunque sería la primera en ponerme delante de la pantalla del ordenador, no creo que me hicieran sentir lo que me hicieron sentir en su momento. Con ‘Embrujadas‘ reí, lloré, amé, me sentí traicionada… porque después de tantos domingos esperando a que empezara un nuevo capítulo yo era una Halliwell más.
¡Y ese tema en los créditos de inicio que era imposible no reconocer! Voy a sincerarme, escribiendo esta columna se me ha saltado alguna que otra lagrimilla. Sólo me queda una cosa por decir y es que el nombre del capítulo final de esta serie me define por completo: “embrujadas para siempre”.
PD. Prue fue capaz de describir a la perfección mi futuro como seriéfila.
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