Hace un par de semanas, todos los colaboradores de Recap Blog acordamos dedicar nuestra Columna Semanal a reflexionar sobre el momento en el cual nos convertimos en seriéfilos empedernidos. Momento que siempre viene marcado por una serie en concreto y… como seguramente ya habréis podido adivinar por el título y la foto del post, la mía fue ‘Glee‘.
Pero mucho antes de la aparición de ‘Glee‘, cuando todavía era un enano que no sabía en qué mundo se estaba metiendo, llegaron todas las series animadas (y no animadas) de La 2 y de La Gallega. Ahí estaba como un reloj a medio día esperando ver ‘Digimon‘, ‘Pokémon‘, ‘Doraemon‘ (¿tenía algún tipo de problema serio con las series que terminaban en “mon”), ‘Gárgolas‘, ‘La Pajarería de Transilvania‘, ‘Dragon Ball‘, ‘Reena & Gaudi‘, ‘La Familia Crece‘… un sinfín de series que veía de manera obligatoria todos los días, sin pestañear y clavado en el sofá a su hora de emisión.
Poco sabía entonces que la “enfermedad seriéfila” se estaba creando en mi interior, porque a continuación llegaron ‘El Príncipe de Bel-Air‘, ‘The Nanny‘, ‘7 Heaven‘, ‘Sabrina‘, ‘Popular‘, ‘Buffy‘, ‘Embrujadas‘, el final de ‘Friends‘ en directo.. y, por supuesto, ‘Rebelde Way‘, probablemente la primera serie que me mantuvo enganchado de verdad, capítulo a capítulo, ¡incluso los grababa en VHS cuando no podía verlos porque estaba en el colegio! Eso sí que era dedicación… ¡ah! Pero luego apareció internet y con él, todo un nuevo mundo. De locura.
Podría seguir enumerando series antes de la era de internet que me tuvieron entre sus filas fanáticas, y sí, fui uno de esos niños que se tragaba todo lo que Disney Channel & Nickelodeon el tiraban a la cara, fue ahí cuando descubrí que se puede vivir perfectamente siendo una estrella del pop adolescente por la noche y alguien normal durante el día, que la vida en un hotel mola tanto como me lo imaginaba o eso que llaman la ‘friendzone‘ en la que vivían Chase Matthews, Gordo y yo. Pero eso ya es otro tema en el que no nos vamos a meter.
¿Y por qué digo que ‘Glee‘ fue #MiPrimeraVez seriéfila si ya había visto un mundo antes? ‘Glee‘ fue la primera serie que empecé a ver a ritmo USA, en versión original y capítulo a capítulo en internet, sin saber qué día iban a estar subidos ni qué era eso de Series Yonkis, solo me importaba que estuviesen colgados. Y ahí iba yo todos los días, a ver si, efectivamente, habían subido uno nuevo.
‘Glee‘ me marcó. Mucho. Llegó a mi vida en un momento clave en el cual me podía identificar perfectamente con todos los personajes. Rachel, Finn, Tina, Artie, Mercedes y Kurt. Todos tenían un poquito de mí en su interior y por eso, quizá, me llegaba tanto. Yo también era un underdog, alguien que habría podido encajar perfectamente dentro del Glee Club aunque no tuviese voz como para cantar. Porque sentía que no encajaba en ningún sitio en la vida real. Y aún es algo que todavía me pasa casi 8 años después.
‘Glee‘ me ha enseñado muchas cosas, es algo de lo que ya he hablado en otra ocasión y que no voy a repetir, pero si tengo que decidir en qué momento se iba a convertir en una pieza clave dentro de mi mundo seriéfilo y de mi “enfermedad” fue cuando vi por primera vez ‘Don’t Stop Believing‘. Sí, sé que suena a cliché por ser la primera y más icónica actuación de la serie, pero cuando vi esa escena un motón de emociones se removieron en mi interior. Y no es algo que hubiese sentido antes con ningún tipo de canción, cantante o grupo. Desde entonces la música se ha convertido en algo muy especial para mí, en una vía de escape y eso es algo que también le debo a ‘Glee‘.
Desde el momento en el que escuché ‘Don’t Stop Believing’ supe que estaba enganchado y que, probablemente, ninguna otra serie me tocaría de la misma manera. He llorado, he reído y he sufrido con todos los personajes. Y sí, también fui uno de los que aguantó hasta el final sin importarle lo mucho que la cagase Ryan Murphy, porque estaba creciendo con Rachel y compañía y porque seguían reflejando partes de mí en cada capítulo que pasaba y en cada trama en la que se metían. Incluidas las de Nueva York. No voy a decir que me gustó todo lo que se hizo en la serie porque me estaría engañando a mi mismo, los creadores la cagaron a niveles astronómicos, antes y después del fallecimiento de Cory Monteith, un duro golpe para todos y que, aún a día de hoy, cuesta creer que haya pasado. ‘Glee‘ tuvo sus altibajos pero supo redirigirse hacia el final y a seguir dándonos lecciones de vida, aceptación, tolerancia, amor y amistad. Y eso no lo hacen muchas series.
Por supuesto que después y durante de ‘Glee‘ vinieron muchas otras que se añadieron a mi calendario seriéfilo a tiempo real, ‘The Big Bang Theory‘, ‘How I Met Your Mother‘, ‘Skins‘, ‘H2O‘, ‘OUAT‘… Así hasta el día de hoy en el que tengo un blog en el que poder expresar este tipo de cosas.
A día de hoy sigo viendo muchas series pero sigo sin encontrar alguna que me transmita tanto como lo hizo ‘Glee‘ en su momento, y que sigue haciendo, porque cada vez que ‘Don’t Stop Believing‘ salta en aleatorio en mi iTunes se me siguen removiendo las mismas emociones que hace 8 años.