Lo que la segunda temporada de ’13 Reasons Why’ intenta y lo que consigue (sin spoilers)

Después del revuelo que generó la primera temporada y, posteriormente, su renovación para una segunda parte, ha llegado ‘13 Reasons Why‘ de nuevo a nuestras pantallas con una trama sorprendentemente conectada a la primera, aunque parecía imposible. Y con muchas, muchas ganas de enmendar errores del pasado. Si quieres leer nuestro recap (con spoilers), entra aquí.

La demanda que Olivia Baker (Kate Walsh) presenta contra el colegio por negligencia contra su hija es lo que centra la mayor parte de la historia que esta segunda parte ha querido contar. De nuevo apoyándose en la estructura de persona por capítulo y poniendo de narradores, esta vez, a los que Hannah Baker (Katherine Langford) acusaba, además de algún otro personaje angular como la madre o Tony (Christian Navarro).

Después de las críticas de la temporada pasada, ‘13 Reasons Why‘ se ha centrado especialmente en señalar que la decisión que tomó Hannah de suicidarse y de grabar esas cintas no era de ninguna manera una solución, pero poco se puede hacer ya por el daño infligido en la primera parte de esta historia. Al comienzo de esta tanda de episodios, un mensaje avisa de que el contenido de la serie puede desencadenar sentimientos o emociones negativas en aquellos que sufren de enfermedades o problemas psicológicos y mentales. Se ofrece la ayuda de su página web, 13reasonswhy.info, y se insiste en algo que la producción debería haber enfocado mejor desde el principio: hay una salida que no es la que propone la protagonista de la ficción, que no es para nada una heroína. Un poco contradictorio con el cuadro que pintaron en su primera emisión.

En cambio, Clay Jensen (Dylan Minnette), se pasa toda la temporada insistiendo en culpar a Hannah por su suicidio, por las acciones cuestionables que llevó a cabo mientras estaba viva, los chicos con los que estuvo, la manera que escogió para acabar con su dolor. Son el resto de personajes los que se esfuerzan en recordar que la chica no fue más que una víctima de la sociedad, del status quo, de la presión social y de algunos rasgos de su personalidad, como la inseguridad.

La serie se esfuerza de manera casi absurda en no perder a Hannah, poniendo su personaje como una visión o un fantasma que «guía» a Clay durante la temporada, pero es que el protagonista está tan poco dibujado que se pierde de manera catastrófica su personalidad. Su objetivo está claro, ayudar a la chica de la que está enamorado cuando ya es demasiado tarde, por lo que todas las acciones que lleva a cabo resultan inútiles en un sistema que no ayuda a las víctimas ni, en concreto, a las mujeres.

Ni siquiera la serie, que tiene como protagonista máxima y definitiva a Hannah, se esfuerza por darse cuenta de que su historia está contada por hombres, y que son al final ellos quienes parecen «solucionar» la vida de las mujeres protagonistas que aún quedan. Clay, Alex (Miles Heizer), Justin (Brandon Flynn), Zach (Ross Butler)… todos ellos se presentan ahora como los héroes que no fueron en su momento y que quieren resarcirse por el mal que causaron a todas las mujeres de su al rededor y que al final se quedan relegadas a un segundo plano. De nuevo, como siempre.

Esta segunda temporada enfoca el juicio y el machismo institucional de una manera impecable. Un juicio en el que en vez de defender a la víctima se termina acusándola y convirtiéndola en un monstruo. Algo que en España tenemos muy presente con casos como el de La Manada. Son estos temas, que tan desesperadamente necesitan ser tratados, los que hacen de esta serie un must, no por ello convirtiendo todos los demás asuntos que trata con desacierto y a la ligera en irrelevantes.

Pero sin duda, no es una serie para menores de 16, diría incluso que para menores de 18, y no es de ninguna manera apta para aquellos que sufren de este tipo de problemas que se exponen. No es una ficción de autoayuda, sino un cruel retrato de la sociedad en la que vivimos, que parece mentira que la mayoría de nosotros podamos sobrellevar.

Marina Ortiz
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