Inicio de la 3ª temporada de ‘Mr. Robot’: Stage 2

Tras tres episodios de la presente temporada de ‘Mr. Robot’, que funcionan a modo de epílogo de lo visto en la anterior, analizamos el arranque de la presente campaña que nos trae respuestas a muchos de los interrogantes previamente planteados. No sin plantear una nueva gama de ellos y entrar de lleno en el conflicto social estadounidense que ha cristalizado con la elección de Donald Trump como presidente. Lo analizamos en profundidad a continuación.

A día de hoy, con respecto a ‘Mr. Robot’, hay dos tipos de personas dentro de los espectadores de la serie: los que están convencidos que con la segunda temporada todo el fenómeno se desinfló y los que creen que la serie ha seguido un rumbo consistente con la primera. No creemos que haya nadie que piense que la segunda temporada es mejor que la primera temporada, la verdad. Sin embargo, si que tenemos la certeza que había demasiados elementos de la crítica esperando a que hubiese cierta división dentro de los seguidores del show para atizarle y así situarse por encima del fenómeno de hace dos años. Otorgándose de paso esa falsa sensación de superioridad que al parecer muchos creen obtener cuando destrozan en sus textos las series que gustan a una mayoría, por supuesto.

Con respecto a esa división entre los espectadores de a pie, probablemente ambos tengan una parte de razón. La segunda temporada ha continuado con coherencia argumental y consistencia narrativa los cimientos marcados por su primera campaña, pero a nivel social con un alto grado de seguridad el fenómeno ha sido mucho menor del que viésemos en su momento. ¿Por qué? Pues porque a pesar de ser una serie sobresaliente en muchos aspectos, quizá muchos quisieron (o quisimos) ver en ‘Mr. Robot’ más de lo que había. Desde esta casa no lo vemos tanto como un desmejoramiento de la serie sino como un cambio en la propia perspectiva del espectador con respecto a esta, moderándola de forma considerable. En ese aspecto, la tercera temporada ya no debería generar de nuevo esta división.

En un primer lugar, porque las reacciones de la audiencia, aunque a mayor escala cíclicas, no suelen tener a corto plazo reacciones idénticas año tras año. La fiebre desmedida por ‘Mr. Robot’ se ha reducido en graduación y ahora es su núcleo duro de seguidores los que se agolpan en los mentideros habituales de internet para comentar sobre ella mientras que el espectador común simplemente continúa su visionado con interés pero sin mayor alboroto. En ese sentido, su sustituta en cuanto a vorágine informativa y de opinión está siendo claramente ‘Stranger Things’, hasta que en su curva en ese ciclo de calentamiento y enfriamiento empiece a descender como sus predecesoras. Las grandes divisiones son fruto de los grandes fenómenos y la serie creada por Sam Esmail probablemente ya no sea uno de ellos.

En segundo lugar, porque lo visto en estos primeros tres episodios de la temporada dan una imagen estrictamente continuista con lo planteado en la campaña anterior. Si hubiese un nuevo giro de timón, es probable que una nueva fractura hubiera tenido lugar, pero simplemente rellenando los huecos argumentales que la segunda temporada en general y su ‘season finale’ en particular nos habían dejado no hay mayor lugar a conflicto dentro de los seguidores de ‘Mr. Robot’. Ahora conocemos cuál había sido el destino de Tyrell Wellick (Martin Wallström), ahora tenemos constancia de cómo está la situación entre Elliot Alderson (Rami Malek) y Christian Slater (Mr. Robot) y ahora sabemos algo más de las intenciones de Whiterose (B.D. Wong), pero todo lo presenciado no es más que el siguiente paso con respecto a lo planteado el año pasado.

Por lo que en cierto modo estamos en una etapa de calma para ‘Mr. Robot’, sin tanta de la tensión fuera o dentro de la pantalla a la que estamos acostumbrados, lo que da cierto pie a la experimentación. No en vano, la inclusión de la elección de Donald Trump dentro de los planes de Whiterose es una vuelta de tuerca bastante extrema con respecto al juego de confundir eventos reales y ficticios que solía realizar la serie con los discursos de Obama. Un juego peligroso, sobre todo porque muchas otras series ya se les han adelantado en el aspecto del comentario social y político y porque la realidad puede terminar dejando obsoleta esta ficción, viéndose los últimos avances en la investigación del fiscal especial Mueller.

Aún así, no pecaremos en esta casa de conservadores con nuestras series favoritas y celebraremos que decidan tomar riesgos aún sin la necesidad argumental de tomarlos. Veremos si se queda como una nota al pie dentro de la Fase 2, principal McGuffin de la serie desde su pasada temporada, o si es parte integral de esta. De la misma forma que si la agente Dominique DiPierro (Grace Gummer) seguirá siendo una convidada de piedra a todos los planes del Dark Army y fsociety o si su confidente Darlene (Carly Chaikin) logrará convertirla en un auténtico escollo para lo que sea que se tienen propuesto. Algo que teniendo en cuenta una de las últimas revelaciones, que su compañero es un infiltrado de Whiterose, todavía no tenemos claro.

Lo que si tenemos perfectamente claro, ya como apunte final, es que cualquier serie que incluya a Bobby Cannavale dentro de su elenco gana enteros. Nos volveremos a citar a final de temporada para daros nuestra versión definitiva de los hechos, pero por el momento tenemos la impresión de que este sosiego que hemos encontrado en el entorno de ‘Mr. Robot’ nos va a permitir tener una visión mucho más preclara de lo que de verdad se está planteado la serie y hasta dónde quiere llegar. Aunque también nos interesaría que vosotros nuestros lectores nos fueseis comentando en qué lugar se sitúan vuestras expectativas y qué particulares teorías empezáis a barajar.

Que tampoco es que vaya a estar demasiadas semanas con nosotros.

Capitán Valverde
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