Sí, es un título un poco largo pero me he zampado 8 temporadas y media de una serie que ya había visto y a la que le cogí un poco de rabia tras el final de la serie, o sea que tampoco me exijáis demasiado.
Sé que alguno pensaréis que estoy loca de remate por haberme vuelto a meter nueve temporadas de una serie que acabó hace tan poco y con tanta decepción, y más lo pensaréis cuando os aclare que no lo he hecho para escribir este post, sino que simplemente ha coincidido.
Hace ya un par de meses me decidí a volver a ver ‘How I Met Your Mother‘ porque estaba en Netflix, porque era fácil, porque estaba en régimen de semi-vacaciones de Recap, porque me apetecía algo digerible y comprensible y pensar poco. ¡Vacaciones, gente! Menos juzgar…
En el mundo seriéfilo suele ocurrir que a pesar de que como todo en esta vida, esto es cuestión de opiniones, algunas afirmaciones se convierten en verdades universales. Y cuando acabó ‘How I Met Your Mother hace dos años -recuerdo el día a la perfección, lo vi con varias amigas en mi casa a la hora de comer del día siguiente de emisión con unas quesadillas de Taco Bell y nos enfadamos porque una hizo como que nos spoileaba el final-, la opinión general es que estábamos muy enfadados. En Recap Blog lloramos porque no era el final que esperábamos de esta serie y porque fue muy cruel, muy muy cruel, que nos dejaran así.
En cambio, Diego Kyuni vio más allá de su corazón roto y escribió su parte sobre porqué el final había sido el apropiado. La madre nunca fue interesante para la historia, solo una manera de contar la historia de un pobre tonto como era Ted (Josh Radnor). El final dejaba claro una realidad verdaderamente universal: las cosas no suelen salir como uno espera.
Volviéndola ver he entendido, de entrada, esta lección. Aunque en un primer visionado le cogimos cariño a Ted y nos enamoramos de su idea de amor, la realidad es que Ted no es quien pensábamos: no es un romántico sino un caprichoso, se conforma con Robin (Cobie Smulders) casi desde un primer momento y se comporta mal con sus amigos, aunque vaya de héroe desde el principio, la triste realidad es que no lo es. Algo parecido a lo que nos ocurre a todos, ¿no? Siempre tenemos razón hasta que, de repente, dejamos de tenerla y nos sentimos un poco estúpidos.
Nos enfadamos mucho hace dos años con aquel final que despreciaba a Robin y que mentía sobre la historia de Barney (Neil Patrick Harris) de manera descarada pero, con el final presente en mi cabeza, lo cierto es que cada capítulo, cada comentario, cada gente, tiene sentido desde el primer minuto de la serie. Todo está perfectamente planeado, aunque quizás no se organizó a la perfección dejándonos las últimas temporadas para darnos cuenta de lecciones de vida que quizás no corresponden a un ‘sitcom‘. O pensamos que no corresponden. O sea, no venimos aquí a reírnos y de paso aprender el significado del amor.
Volviéndola a ver he descubierto que Marshall (Jason Segel) es de principio a fin lo mejor de la serie, así como el retrato general de un grupo de amigos, que es algo que a todo el mundo le gusta: véase el éxito de esta serie y de una muy señaladamente parecida, ‘Friends‘.
Pero realmente del amor habla bastante poco, ¿no creéis? Me he reído con cada uno de los momentos como si fuera la primera vez, me he visto capítulos de los que recordaba hasta conversaciones enteras. He participado de la vida del grupo como un espectador más que privilegiado, porque ya sabía más de los personajes que ellos mismos. Pensé que eso me fastidiaría muchos momentos, pero no ha hecho más que mejorarlos.
Estaba segura de que odiaría la época en la que Barney empieza a interesarse por Robin y ha sido todo lo contrario. Como os digo, volviéndola a ver queda bastante claro que siempre has tenido a Ted idealizado, entonces le prestas más atención a otros personajes. Eso me ha llevado a la conclusión de que Robin es el personaje peor tratado y más prescindible de la serie, igual que lo es la madre, aunque realmente ninguna de las dos lo son, son los dos grandes amores de Ted, pero son personajes pobres y vacíos. Clichés a su manera, ¿’daddy issues‘, criada como un chico y afición por las armas? ¿Quién se ha inventado a este personaje tan femenino fingiendo que no lo es? Dándole vueltas y más vueltas me he planteado que Robin no es más que una metáfora de todo lo que creemos querer en la vida y todo lo que realmente nos hace felices llegados a cierto final.
También el personaje de Lily me ha rechinado, así como una declaración de un amigo que me aseguró que la relación entre Marshall y Lily jamás podría existir porque ella es claramente mucho mejor que él. Jamás había pensado esto y sigo rechazándolo, pero espero vuestros comentarios.
‘Como conocí a vuestra madre‘ nos ha dejado TANTOS grandes momentos que cuesta creerlo, tantas «frases de fondo de armario», tantas expectativas…
Ahora decidme, ¿todo esto que he dicho tiene sentido? ¿O se nota mucho que soy un desastre con patas y esta serie me sigue provocando muchas emociones?
Contadme, ¿la volveríais a ver?
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