Cuando creíamos que esta temporada se hundía en el barro y ya nadie podía salvarla… ¡Sorpresa! Shonda vuelve a hacer de las suyas y consigue un capítulo excelente. Si aún no lo habéis visto, no sigáis leyendo, esta entrada podría contener spoilers.
En la sala de operaciones Meredith (Ellen Pompeo), Richard (James Pickens Jr.) Owen (Kevin McKidd) y Stephanie (Jerrika Hinton) se enfrentan a un caso para el que no sólo deben emplear sus habilidades como cirujanos, sino que también tendrán que bucear en su recuerdos, y empatizar con el caso al máximo.
La verdad que esta temporada estaba empezando a resultar soporífera. Si bien sabemos que en ‘Greys’ el rollo telenovela es muy común, últimamente se estaba centrando demasiado en personajes no tan interesantes, y los capítulos estaban siendo muy flojitos. Hasta este último, claro.
Shonda encierra a cuatro personajes en una sala, en la que se desarrolla toda la trama del capítulo, un reto ya de por si, y los somete a un cara a cara con su pasado. Lágrimas aseguradas.
Con John Doe sobre la mesa, Richard es el primero que reacciona y hace reflexionar a sus compañeros sobre el caso que encuentran sobre la mesa. Y, para ello, evoca el recuerdo de su madre, Gail (Monique Cash), quien falleció cuando Richard sólo tenía 10 años. Webber les cuenta a sus compañeros el historial clínico de madre, y recuerda la pasión por el violonchelo, y la fobia a los médicos que sufría su madre.
Owen, por su parte, evoca el recuerdo de su fallecida hermana Megan (Bridget Regan), con quien trabajó mano a mano en sus años en el ejército, y a quien perdió poco después en un accidente de helicóptero (a pesar de que seguimos dudando de que la susodicha haya muerto, pues nunca encontraron su cadáver). Con Megan aprendemos que Owen tenía ya por aquel entonces problemas con Riggs (Martin Henderson), y que su matrimonio de aquel entonces, pendía de un hilo. Parece que su hermana era la única que le mantenía con un cable a tierra.
Stephanie, por su parte, viaja su propio pasado, y se traslada a los años que pasó ingresada a causa de su enfermedad, años que la ayudaron a decidir que quería convertirse en cirujana, años en los que, de escuchar a médicos y enfermeras, empezó a adquirir conocimientos, a leer libros sobre la materia… Experiencias que la llevaron a convertirse en una residente brillante, como la que hoy conocemos.
Por último Meredith, ahora conocida como la reina del hielo, ajena a todo y a todos,que parece que nada ni nadie le importe. ¿A quién, sino, podría recordar Meredith en un quirófano? Meredith se traslada a la fatídica noche en la que perdió a Derek (Patrick Demspey), aquel momento en el que tuvo que enfrentar a Zola (Aniela Gumbs) y a Bailey, y contarles que su padre había fallecido. Esa noche de la que nadie habla, ni menciona, que todos parecen haber olvidado y que, sin embargo, todos recuerdan.
Es entonces cuando Meredith hace una reflexión, y es en cómo ella recrea a Derek cada vez que se enfrenta a un quirófano, como se lo imagina a su lado, trabajando mano a mano, como desde el día que ella entró a trabajar en el Seattle Grace.
Ha sido un capítulo muy emocional, muy realista, y a la vez, hemos podido conocer detalles sobre el pasado de algunos personajes (Richard, Stpeh o Owen) que desconocíamos. Pero, sobre todo, ha sido muy emocionante volver a ver a McDreamy, con esa sonrisa de ensueño, su gorro de ferrys, al lado de su Meredith.
¿A vosotros qué os ha parecido el capítulo? ¿Oa ha gustado? ¿Os ha emocionado ver a Derek? ¿Qué historia os ha gustado más? ¡Animaros a comentar vuestras impresiones con nosotros!
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