‘Merlí’ nos conquistó con su primera temporada, fascinados por la sinceridad y la realidad de la trama. Esta segunda temporada termina (esperemos que no sea la última) y reafirma lo que ya sabíamos: necesitamos más series así. Si aún no habéis terminado la segunda temporada, no sigáis leyendo, esta entrada podría contener spoilers.
Con la marcha de Bruno (David Solans) a Roma, y las Navidades a la vuelta de la esquina, Merlí (Francesc Orella) decide hacer de las suyas, e insta a los peripatéticos a saltarse las normas y, con motivo de las fiestas, organizar una en el instituto sin que nadie se entere.
Mientras tanto Coralina (Pepa López) planea expulsar a Merlí a la vuelta de vacaciones.
Sin duda esta temporada ha mejorado el buen nivel de las tramas de la primera temporada. No ha estado tan centrada en ciertos personajes sino que, por suerte, hemos podido indagar en la vida de algunos como Marc (Adrián Grösser), Oliver (Iñaki Mur), Iván (Pau Poch), así como conocer a algunos de los nuevos, como Oksana (Laia Manzanares) o Millán (Ferran Rañé), el nuevo profesor de lengua española.
Es verdad que en la primera temporada las tramas estaban repartidas de una forma bastante equitativa entre profesores y alumnos. Sin embargo, en esta segunda temporada, los jóvenes han tomado el mando y los profesores se han encargado de crear el perfecto ambiente de desarrollo de sus tramas.
Entre las tramas más interesantes vuelven a estar en el epicentro Pol (Carles Cuevas) y Bruno. Bruno, ahora que ya ha declarado abiertamente su condición sexual, vuelve del verano con un novio italiano, y dejándole a Pol las cosas claras. Ahora bien, «el Rubio» tiene también muy clara una cosa: él no es gay, simplemente le da morbo enrollarse con tíos. Y eso les lleva a a cometer el mismo error. Y digo error porque la amistad entre Bruno y Pol es muy fuerte, pero es imposible que sólo sea eso, y liándose, sólo consiguen hacerse más daño el uno al otro. Ahora bien, Pol, en su línea de semental, acaba liándose con la madre de Iván. Y claro esto sólo podía traer desgracias cuando el pobre chaval, que ya suficiente tiene con lo suyo, se entera. Sin embargo, perdona a Pol con una codición: no puede acercarse más a Berta (Candela Antón). Y todo esto porque Iván, aunque siempre la insulte y la trate mal, está enamorado de ella.
Un personaje que en la primera temporada jugó un papel muy secundario (aunque muy divertido) y que en esta ha tomado fuerza, ha sido el de Marc. Y es que hemos conocido a un Marc sensible, ambicioso y, sobre todo, a un gran hermano mayor. Aunque, también, hemos visto las carencias afectivas que tiene, y como parece encontrar ese amor en Tània (Elisabet Casanovas) que, sí, está totalmente enamorada de él y, pesar de su rechazo, sigue estando a su lado.
Además, la llegada de Oksana al instituto revoluciona un poco a los peripatéticos. Especialmente a Gerard (Marcos Franz), quien rápidamente se encandila de ella, a pesar de seguir sintiendo algo por Mònica (Jùlia Creus). Pero Mònica sólo tiene ojos para Joan (Albert Baró), al menos hasta que se da cuenta de los enfermizos celos de su novio, y decide cortar por lo sano.
En cuanto a Merlí, poco hemos tenido de él esta temporada, pues se ha dedicado más a guiar a sus peripatéticos que a otra cosa. Aunque tiempo ha tenido para fingir que tenía una enfermedad y que su madre (Ana María Barbany) no le echase así de casa, como también para tener una mejor relación con su hijo, y aceptar que él quiera marcharse a Roma.
Ha sido una temporada muy buena, con muchas emociones, un capítulo homenaje al ‘Club de los Cinco’ y, además, con la sorpresiva muerte de Coralina, la villana de esta historia. ¿A vosotros qué os ha parecido la temporada? ¿Os ha gustado más que la primera? ¿Volverá Bruno de Roma? ¿Tomará Eugeni (Pere Ponce) la dirección del instituto? ¡Animaros a comentar vuestras impresiones con nosotros.
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