En algún momento tenía que salir la verdad a la luz, ¿no? Pues esta semana lo ha hecho, en un autobús-discoteca de camino a la playa, esa que está al ladino de West Covina, California. Mucho puede ocurrir en esas dos horas (cuatro si hay tráfico. Siempre hay tráfico).
Y cuando decimos mucho, no exageramos. Es sorprendente la cantidad de cosas que pueden pasar en cuarenta minutos de serie en un autobús. De hecho, ni vemos la playa, o sea que probablemente este haya sido el capítulo con menos presupuesto de la historia. Pero no es un autobús cualquiera: no tiene cinturones de seguridad pero sí alcohol y… una barra de stripper. Para qué queremos más.
El objetivo de Rebecca (Rachel Bloom) esta semana es unirse al grupo de amigos de Josh (Vincent Rodriguez III), no sólo para acercarse a su amor (que noooo… ¿o sí?), sino porque necesita un ’squad’. Lo entendemos. Pero lo que parecía un capítulo más de Rebecca-busca-acercarse-a-Josh se convierte en un momento muy importante para su personaje. La verdad de todo (o casi todo) sale a la luz hoy, pero también otra realidad: Becks necesitaba este cambio, mudarse a California y encontrar parte de sí misma que había perdido. Puede que este sea uno de los capítulos mejor planteados de toda la serie simplemente por cómo resalta el desarrollo de nuestra anti-heroína.
Antes de embarcarse en otra misión más Paula (Donna Lynne Champlin) le advierte del daño que puede estar haciéndose a sí misma con su comportamiento. Irse a la playa de colegueo con Josh y compañía no es un plan espontáneo ni relajado para Rebecca (al fin y al cabo alquila el enorme autobús…), y Paula lo sabe mejor que nadie. Paula suelta una lista de todas las cosas alocadas que ha hecho Becks desde su llegada (incluyendo su llegada) y nos pone en contexto desde el primer momento, excepto que esta vez organiza la salida para poder sentirse parte de algo, de un grupo de amigos y no lo consigue. Rompe un poco el corazón verla rodeada de gente y sentirse ignorada por todos, pero aún así no está sola, y ese quizás sea el hilo argumental importante del capítulo. Paula le pide que le confiese, por una vez, que está enamorada de Josh y es un momento casi confuso – ah, espera, ¿que aún no lo había dicho en voz alta? Ni siquiera la canción de la intro, llena de ironía, lo dice claramente así que que acabe el capítulo diciendo las palabras es un avance importantísimo. Todos lo sabíamos, pero igual Rebecca era la única que no podía asumirlo aún.
El trayecto en bus es una delicia cómica que no para de dar momentos encantadores que resumen el tipo de humor de la serie. ¿Que aparece Darryl (Pete Gardner) por pura coincidencia con una quemadura de cigarro en la mano? Pues lo típico. El simpático jefe siempre ha tenido momentos muy entrañables en la serie, pero esta semana interactuando con los demás personajes consigue brillar un poco más. Al fin y al cabo es él quien suelta la bomba del capítulo: no fue él quien le suplicó a Rebecca por el trabajo, sino al revés. Este momento se corona uno de los mejores de la serie no sólo por la cara de Rebecca de confusión inicial y pánico posterior, sino porque el agradable y descentrado jefe se levanta para limpiar su nombre. ¿Desarrollo de personaje o qué?
Valencia (Gabrielle Ruiz), que parece ser la única que de verdad se da cuenta de las utilísimas intenciones de Becks tiene su momento en solitario con una canción que parecía feminista y acaba siendo lo contrario, llevando a cabo un plan ideal para desvelar la verdad tras la protagonista. Gracias al plan tenemos este capítulo tan genial, llevado a la gloria por un strip-tease impresionante (aunque bastante incómodo) y siendo coronado por esa semi-confesión. Se nos había olvidado la razón por la cual Rebecca había llegado hasta aquí, después de números musicales y anécdotas divertidas. Su confesión es real, tan real como que se mudó por Josh e incluso más real porque hasta ahora nunca lo había confesado. Buscaba la felicidad, y la búsqueda le llevó al pueblo de California. Aquí se siembra lo que probablemente se explore el resto de la temporada: que fue el amor propio, el buscar estar a gusto lo que le trajo hasta aquí. No Josh. Josh simbolizaba algo a lo que podía aspirar para poder llegar a esa Nirvana espiritual a la que aspiraba. Y Josh sigue siendo la personificación de todo lo que antes le faltaba, apoyo, familia, amor… Lo que tiene que averiguar Rebecca ahora es que mientras lo estaba buscando todo ello ha aparecido a su alrededor.
Es una maravilla que Josh aún se mantenga platónico, que sólo sea un ideal al que no llegaremos ninguno jamás. Al fin y al cabo no es perfecto (está con Valencia) para Rebecca, pero sí entiende la situación de la protagonista. Con esa confesión al final, sin embargo, de que está locamente enamorada de Josh… ¿veis más cerca que nunca un final donde estén juntos? Ahora que Greg (Santino Fontana) (mi favorito, personalmente) y Heather (Vella Lovell) están juntos y forman una pareja encantadora, ¿desaparece el potencial de GreBecca?
¿Qué os ha parecido el capítulo de esta semana? ¿No querríais tener una amiga como Rebecca, que se trae juegos sobre fracciones a la playa? ¿Y cómo os habéis tomado el cambio en la historia? ¡¡Comentemos!!
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