Compromiso seriéfilo

Cualquiera que se considere un amante de las series lo sabe: aquí no hay medias tintas, o no te sientes especialmente atraído por este mundo o se te va la vida en ello. Y esa es la belleza del universo seriéfilo, que una vez te adentras en él no puedes evitar seguir investigando, añadiendo nuevos bebés a la aplicación que se ha convertido en tu más fiel acompañante.

Sabes que eres un seriéfilo comprometido cuando un día, sin darle demasiada importancia, te da por echar un vistazo a las series que todavía no sigues –  o no has tenido ocasión de ver –  y te encuentras con que las de esa categoría se reducen a números de una cifra mientras la dura realidad de que tu lista de seguidas ha alcanzado un nivel alarmante te da de golpe en la cara. E intentas recordar cuál fue el preciso momento en el que decidiste que perder la cabeza de esa forma era una buena idea. Pero no lo recuerdas. Y la verdad es que no te preocupa, porque mientras haya capítulos pendientes, sabes que todo irá bien.

Pero no cualquiera tiene lo que hace falta para dominar el arte de ver series, y tampoco cualquiera tiene la capacidad emocional para implicarse con más de 30 ficciones al mismo tiempo. Porque la vida de un seriéfilo comprometido puede llegar a ser maravillosa, pero pocos imaginan lo duro que es sobrevivir a los escasos cruces de palabras que se producen entre ese ship que para ti es tan evidente y por el que todo el mundo te toma por loco (y si no que se lo digan a los acérrimos shippers de Swan Queen) o a la repentina muerte de un personaje al que no tenías ni idea de amar tanto.

Porque cuando un seriéfilo comprometido decide seguir una serie, la sigue con todo lo que tiene. Si hay que amarla, la ama. Si hay que odiarla, la odia (porque sí, el hate-watching es algo que existe y no está nada mal). Si hay que enfadarse con los guionistas, Twitter es quien sufre las consecuencias, consecuencias que se traducen en que la mayor preocupación de un seriéfilo comprometido no sea la de “por qué ayer me iría tan tarde a dormir”, sino la posibilidad de tragarse el spoiler que le arruinará el resto del día a primera hora de la mañana.

Tus amigos saben que eres la persona indicada a la que acudir cuando no se deciden por qué serie empezar y son lo más adorable del mundo cuando creen haber descubierto una nueva con la que – sorpresa – tú ya estás al día desde que empezó. Saben que pueden confiar en tu criterio pero también se aseguran de dirigirse a ti con cuidado y recordándote que no debes hablar más de la cuenta. Te aman pero te temen, por eso aprendieron hace tiempo que sacar a relucir el tema de las series solo es conveniente cuando tienen tiempo para debatir sobre el tema largo y tendido y cuentan con la energía necesaria para contrarrestar tu nivel de implicación emocional.

Terminar una serie ya no significa retomar tu vida donde la dejaste.  Un clavo saca otro clavo, y si estás nostálgico porque acabas de lloriquear con el ultimísimo capítulo de ‘Friends’, no llegas a preocuparte demasiado porque tu subconsciente ya te está incitando a que empieces ‘House’, ‘Dexter’, ‘House of Cards’…, qué más da. Cualquier cosa con tal de aplazar durante el mayor plazo de tiempo posible ese inevitable sentimiento de vacío que sientes al terminar la serie que acabas de ‘binge-watchear’. Pero la historia se repite constantemente, porque tú eres un seriéfilo comprometido, y los seriéfilos comprometidos no permiten que una serie les dure demasiado. Por mucho que cuente con sus 12 temporadas y sus respectivos 24 capítulos cada una. ¿Hay una semana con 10 estrenos? Pues esa semana se ven diez capítulos pilotos.

Y que nadie se atreva a decir lo contrario, pero los seriéfilos comprometidos son los héroes de nuestra generación. Porque, a pesar de todas las series que siguen y toda la energía que invierten en vivir cada capítulo como si fuese el último, también se preocupan por tener una vida propia. ¿Qué son los seriéfilos comprometidos si no las personas con mejor capacidad organizativa de la historia? Sus descansos se miden en capítulos y sus días de la semana llevan los nombres de las series que se van a emitir. Y son capaces de sacar a su perro, hacer la cena, llegar puntuales al trabajo, llamar por teléfono a su madre y seguir más series de las que su esperanza de vida les permite. Es maravillosamente mágico.

¿Orgullo seriéfilo? ¿Dónde?

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Isabel Bienzobas
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