En esta casa gusta ‘Blindspot’, eso es un hecho. El lector podría consultar personalmente a cualquiera de los redactores que ven la serie y todos le darían en mayor o menor medida una opinión positiva de la misma. Pero eso no significa que no existan posiciones encontradas sobre la serie, algunas de ellas perfectamente ejemplificadas en el último episodio. Lo comentamos a continuación.
Algo que la mayoría de procedimentales con un fuerte componente seriado – categoría en la que ‘Blindspot’ entra de lleno con precedesoras como ‘Person of Interest’ o ‘The Blacklist’ – han aprendido y la presente no, es a hacer que llegado a un punto dentro de la serie en general o de la temporada en particular los casos semanales tengan relevancia para la trama horizontal. Puede que en los primeros compases de cada temporada u ocasionalmente para dar pausa a unas determinadas líneas argumentales sea lo correcto el desviar la atención a algo completamente aislado, pero no cuando tu episodio precede a la ‘season finale’.
Porque cuando una serie está inmersa en el punto álgido argumental y tienes que hacer una transición de ese estado a otro de conclusión del año, no es de recibo malgastar treinta de los cuarenta y dos minutos que se disponen en un caso que nada va a aportar ni a los personajes ni a la propia trama. No nos extraña nada que todas las revelaciones que se han sucedido en los últimos cinco minutos de episodio hayan tenido que venir en cascada una detrás de otra y hayan terminado por parecer atropelladas y faltas de orden y concierto. Si a estas alturas el espectador sigue con una serie no es por los casos semanales, se le puede dar desarrollo en exclusiva a la trama seriada que no se le va a espantar.
El episodio pedía a gritos más de esa Assistant Director Mayfair (Marianne Jean-Baptiste) huida de su arresto domiciliario atando cabos y realizando pesquisas para resolver la conspiración en su contra, en lugar de un caso de niños probeta y un candidato presidencial del que no nos vamos a acordar dentro de tres semanas. Especialmente para que su final no pareciese tanto una mala coincidencia, el haberse encontrado en el lugar y momento equivocado por casualidad, sino una verdadera consecuencia de haber descubierto mucho más de lo que se esperaba que llegase a averiguar. Si la serie quiere jugar a tener drama e intensidad auténticas, ha de hacerlo con las cartas adecuadas.
Porque cualquier serie puede poner una tensión sexual entre los protagonistas e ir desarrollándola a lo largo de la temporada, dejando para los últimos episodios el beso y la confesión amorosa de rigor, pero si se nos quiere convencer de que estamos ante un thriller de espionaje a tener en cuenta y a valorar como tal en lugar de como producto de consumo en horario de ‘primetime’, hay que tener mucho más claras las reglas del género. Aunque un buen paso es habernos traído a Dylan Baker rescatado de una The Good Wife de la que ni se despidió, aunque fuese nombrado, para hacer de cabeza del FBI.
Esperemos que, ahora si, en el próximo episodio la serie se dedique en exclusiva a si misma y no a ese espectador medio con trastorno de déficit de atención que si no le pones una trama episódica en todos y cada uno de los capítulos de una temporada no sabe seguir una serie de forma correcta. Porque hay todo un universo de series en las ‘networks’ que encajan en ese patrón y que podrían haber dado cobijo a la trama del último emitido, pero ninguna de ellas goza de la aceptación en esta página que antes comentaba.
Nos vemos para concluir nuestro seguimiento a esta serie la próxima semana.
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