La magia negra ya había tomado su hueco en esta temporada gracias al villano Damian Darhk (Neal McDonought), pero en este capítulo hemos comprobado que puede llegar a ser mucho más siniestra de lo esperado… y que no es la primera vez que Oliver Queen (Stephen Amell) se encuentra con ella. Nuestros comentarios al respecto del quinto episodio de la temporada, con ‘spoilers’ muy probables para el lector incauto, a continuación.
John Constantine (Matt Ryan) es un tipo cuanto menos peculiar. Exorcista, demonólogo y maestro de las artes oscuras – aunque esto recientemente ha sido puesto en duda – pero sobre todo un bribón británico que tuvo la buena suerte de contar un intérprete perfecto para el papel pero una serie muy por debajo de lo que este exigía. Por lo menos en The CW han tenido el buen hacer de incluirlo, aunque sea testimonialmente, en la principal de ‘Arrow’ de la resurrección de Sara Lance (Caity Lotz).
No vamos a engañarnos, ‘Constantine’ era probablemente la peor serie que ha dado esta hornada de adaptaciones de cómic en televisión y bien está criando malvas, pero el trato a uno de los mejores personajes de DC Comics y su sello editorial de corte independiente Vertigo nunca fue el adecuado. Probablemente que el artífice de esta adaptación fuese David S. Goyer, el oportunista del mundo de las adaptaciones que logró poner su firma en los guiones de Batman Begins y Man of Steel, no ayudó. Sí lo hizo la buena relación entre los protagonistas de una serie y otra, Matt Ryan y Stephen Amell, que movieron cielo y tierra para que esta reunión de personajes fuese una realidad.
Conste en acta el hachazo que el propio Constantine le mete indirectamente a su antigua cadena NBC, que la canceló por la puerta de atrás a pesar de haberle dado ciertas esperanzas, al pedir una pluma de un pavo real muerto – animal insignia de la cadena – para rascarse un picor en la espalda que le llevaba molestando bastante tiempo. Es precisamente por este tipo de actuaciones por las que echamos de menos al personaje, por su espontaneidad y humor, muy alejado de las caras de preocupación de esta interpretación de Oliver Queen.
Si algún momento era el adecuado para introducir al hechicero en la mitología de la serie, no podría ser otro sino este. Esa amalgama que se ha montado de misticismo, Damian Darhk y H.I.V.E., aunque en las páginas de DC Comics cada uno no tenga demasiado que ver con el resto, ha abierto la puerta de la magia a la que ya había llamado en más de una ocasión toda la mitología de Nanda Parbat. La pasada temporada tuvimos una serie de episodios equivalente con los meta-humanos, una presentación en sociedad que redoblaba la puesta en peligro de la suspensión de la incredulidad tras los escarceos con el mirakuru.
No nos parece negativo, ni mucho menos, ya que DC Comics siempre ha combinado a justicieros de a pie con superhéroes y magos de forma orgánica en sus páginas y por algo ‘Arrow’ es la serie que ha presentado todo este universo de forma televisiva. Le pediríamos eso si que sus episodios fuesen algo más que meras galerías de presentación y de verdad construyesen una trama atrayente, tal como fuese la de Slade Wilson de la segunda temporada. En estos momentos la sensación otorgada es de viaje del punto A al punto B sin centrarse demasiado en el trayecto, como una empresa centrada en cumplir los objetivos marcados por la dirección y que no le da mucha importancia a la experiencia laboral.
Pensemos en estos primeros cinco episodios, que han tenido como objetivo revivir a Sara Lance, algo que hasta este último episodio no ha sido especialmente épico o al menos lo suficientemente determinante. Y la expectativa que tenemos con respecto a los siguientes es algo similar con respecto a Ray Palmer (Brandon Routh). Todo ello para tenerlos a punto para el evento televisivo que quieren montar con ‘Legends of Tomorrow’. Algo que ‘The Flash’ también está haciendo, aunque de forma mucho más sutil y con la gran trama de los mundos paralelos como foco que no permite al espectador darse cuenta de estos pequeños trucos.
A pesar de todo esto, nos vamos del episodio con la sensación de haber pasado un buen momento, algo que últimamente escaseaba en ‘Arrow’. Si no fuese por esa lacra de los demonios personales de cada personaje, con Laurel Lance (Katie Cassidy) en un territorio de indefinición argumental y Thea Queen (Willa Holland) a la que siguen alejando de la posición de ‘sidekick’ alegre y aventurera, hubiésemos tenido un episodio mucho más redondo. Aunque también hubiésemos tenido que eliminar tramas como la del dichoso hermano de Diggle (David Ramsey).
¿En qué lado de la balanza ponéis a este episodio de ‘Arrow’, en el de los ángeles o en el de los demonios?
5 comments