Netflix lo ha vuelto a hacer. Y esta vez, en 13 capítulos, consiguen hacer una de las mejores series del año: realista, cruda y, sobre todo, una serie que abrirá los ojos a muchos sobre una realidad cada vez más común en la adolescencia: el acoso escolar y sus consecuencia. Una vez hayáis terminado la serie, acercaros a comentar con nosotros vuestras opiniones.
En el instituto Liberty High, las cosas ya no son como antes, no desde que Hanna Baker (Katherine Langford). Pero todo cambia cuando Clay (Dylan Minette), amigo de Hanna, recibe una caja con 7 casettes, en las que Hanna le relata las razones que la llevaron a suicidarse.
La necesidad de una serie como ’13 Reason Why’ es un hecho. ¿Cuántos casos de acoso escolar estamos viviendo día a día? ¿No es cierto que en los últimos años los casos de suicidios en adolescentes/niños que son acosados en el colegio han aumentado? El caso de España, aunque no tan disparatado como el de Estados Unidos, es un ejemplo de que debemos ser conscientes de la realidad, de lo que decimos y lo que hacemos, porque no sabemos como podrá repercutir en el resto.
Esta serie va más allá del misterio de averiguar porque una chica de diecisiete años que, aparentemente, no tenía ningún problema, decidió suicidarse. No, esta serie quiere concienciarnos, especialmente a ese público adolescente, esa edad tan complicada, esos años en lo que, en muchas ocasiones, no nos damos cuenta de que nuestros actos pueden causar estragos en otra persona.
La historia gira alrededor de las cintas que Clay recibe, unas cintas grabadas por Hanna, en las que le explica las trece razones que la han llevado al suicidio. Las trece razones o, más bien, las trece personas que, de una manera u otra, hicieron que Hanna fuese perdiendo la alegría y las ganas de vivir.
Hay una frase que Hanna dice en el capítulo doce: Justin (Brandon Flynn), Jessica (Alisha Boe), y Alex (Miles Heizer) le rompieron el corazón, Courtney (Michele Selene Ang), Marcus (Steven Silver), Zach (Ross Butler), Sheri (Ajiona Alexus), Tyler (Devin Druid) y Ryan (Tommy Dorfman), le rompieron el espíritu y, por último, Bryce (Justin Prentice), rompió su alma. Creo que esta frase puede resumir, perfectamente, como se siente una persona que decide matarse.
Las razones que va dando Hanna a lo largo de esos trece relatos nos hacen darnos cuenta de lo cruda y jodida que es la adolescencia. Como algo que cuando eres adulto no te afecta, que lo superas sin ningún problema y que, sin embargo, cuando tienes entre 13 y 18 años, todas esas cosas se magnifican, se hacen más grandes, te da la sensación de que tu mundo se derrumba… Lo real de la serie reside precisamente en mostrarnos como piensa y como vive un adolescente, como una pelea o una broma puede repercutir hasta el punto de que esa persona piense en suicidarse.
Cinta a cinta y gracias a algunos recuerdos de Clay, vamos conociendo a Hanna, a la persona que era, a su entorno, a todas esas situaciones que la llevaron a convertirse en una adolescente hundida en la oscuridad, una adolescente que gritaba ayuda, una adolescente que se sentía sola, que sentía que se ahogaba, y que por más que pedía ayuda, nadie fue capaz de hacer nada.
Si hay dos capítulos que sin duda marcan la trama de la serie son los dos últimos. Durante el capítulo doce presenciamos el descenso a los infiernos de Hanna. Como esa chica dulce, divertida y sociable termina estando amargada, enfadada, triste… Como en un acto de desesperación, de escapar, termina en casa de Bryce y como esa noche determinará su terrible destino. Y no sólo la violación que Hanna sufre por parte de Bryce es lo que la ha llevado a tomar la decisión de quitarse la vida. Todas las decepciones con quienes ella creía que eran sus amigos, las humillaciones, las bromas de mal gusto… Ese cúmulo de acciones que, en apariencia, no resultan nada fuera de lo común en un instituto, terminan con una adolescente muerta.
Y, no sólo en este capítulo entendemos el motivo último que llevó a Hanna a tomar esta decisión. No fueron solo los adolescentes, en su infinita tontería, su despreocupación… No. Hanna acude en última instancia a hablar con el orientador del instituto, el señor Porter (Derek Luke), en un desesperado grito de ayuda. Hanna acude a una persona que ella considera que puede ayudarle, un adulto, alguien en apariencia responsable, con dos dedos de frente, ajeno a los rumores que puedan haber comentado sus compañeros… Y, sin embargo, el señor Porter resulta ser la mayor decepción de todos.
Es increíble como se ven las cosas de distintas una vez Hanna lo explica. Y es también increíble como vemos la realidad, de cruda, de dura, de real (válgame la redundancia), cuando es la persona que estaba sufriendo quien nos cuenta su verdad.
A pesar de la dureza de la serie, de la impotencia, de las ganas de ayudar a Hanna, de la injusticia de las situaciones… Es una serie que te abre los ojos, una serie necesaria para que entendamos como es la realidad de una persona que sufre un acoso. Hay distintos tipos de acoso: unos son más obvios, vemos la violencia que sufre el acosado, conocemos a los acosadores, conocemos la situación, el contexto, el lugar, los aliados… Y, en otras ocasiones, son situaciones que afectan al interior de una persona, situaciones que, poco a poco, te van rompiendo el corazón, el espíritu y, por último, el alma.
Si conocéis a alguien que pueda estar viviendo algo así, o si lo habéis vivido, o si lo estáis viviendo, no tengáis miedo a ayudar o a pedir ayuda. Siempre va a haber alguien que te quiera ayuda, siempre hay una salida, en medio de toda esa oscuridad, de toda esa mierda, hay un rayito de sol. No os rindáis.
¿A vosotros qué os ha parecido la serie? ¿Os ha gustado? ¿Habéis identificado alguna de las situaciones vividas por Hanna con vuestra propia adolescencia? ¿Deberíamos concienciar más en los institutos sobre el acoso escolar y sus consecuencias? ¡Animaros a comentar vuestras impresiones con nosotros!
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